Proyección procede del latín proiectio y hace mención al accionar y a los resultados de proyectar (provocar el reflejo de una imagen ampliada en una superficie, lograr que la figura de un objeto se vuelva visible sobre otro, desarrollar una planificación para conseguir algo).
La proyección, por lo tanto, puede ser la imagen que se forma, de manera temporal, sobre un cuerpo plano. Para conseguir esto, se emplea algún tipo de foco. En este sentido, la exhibición de películas a través de un proyector también se conoce como proyección. Por ejemplo: «Mañana voy a asistir a la proyección de la última película de Spielberg en el club», «No quiero perderme la proyección del partido en pantalla gigante».
Proyección gráfica
La proyección gráfica, por otra parte, es el procedimiento que los dibujantes desarrollan para lograr la representación de un cuerpo sobre una superficie. La persona debe partir del foco y trazar líneas auxiliares para reflejar el objeto en cuestión sobre un plano.
El foco de proyección, el punto que se pretende proyectar, el punto que efectivamente se proyecta, la línea conocida como proyectante y el plano de proyección son los principales elementos de la proyección gráfica.
Una situación potencial
La proyección también es una estimación acerca de la potencial situación de una empresa o del progreso de un plan.
Esta proyección pueden aludir, por ejemplo, a un punto particular del futuro («Nuestras proyecciones hablan de un crecimiento de las ventas del 10% en los próximos cinco años») o bien al nivel de repercusión o alcance de una persona o de un suceso («Este jugador tiene una importante proyección internacional», «El escándalo del congreso fue un hecho de proyección internacional»).
La proyección en la psicología
Para la psicología, la proyección representa un mecanismo de defensa que tiene lugar cuando las emociones atraviesan etapas conflictivas, sea por causas internas o externas, y consiste en adjudicar a otros individuos o, incluso, cosas el propio sentir, las ideas o reacciones que no se puedan aceptar, dado que al intentar sentirse identificado con ellas se sufre un estado de muchísima ansiedad que provoca rechazo, como si de un órgano incompatible se tratara.
En principio, Freud usó dicho concepto haciendo referencia a un fenómeno presente en pacientes que sufrieran de algún caso de paranoia; más adelante, se aceptó de forma unánime para hablar de un tipo de mecanismo que tiene lugar en cualquier estructura psíquica, incluso la considerada «normal«. A menudo nos encontramos con aspectos de nuestra persona que no nos conforman, o tenemos pensamientos espontáneos que no se rigen de ninguna forma por nuestros valores o nuestra moral, y nos cuesta aceptarlos como propios, y entonces los proyectamos en alguien o algo de manera inadvertida y casi inocente.
Ejemplos de este mecanismo de defensa
Uno de los casos más usados para ejemplificar la proyección es el de una persona que no puede enfrentar la infidelidad por parte de su pareja y se hace creer a sí misma que otro sujeto, probablemente un amigo, está viviendo dicha realidad. La ira contenida por la imposibilidad de hablar con el ser infiel y exigirle una explicación, o romper la relación, o solucionarla de alguna manera, genera impulsos agresivos contra alguien más. Lo más interesante es que la proyección puede tener varias formas y en este caso, podría empujar a la víctima del engaño a trasladar tanto su situación personal como la actitud de su pareja a un conocido, y los resultados serían claramente diferentes.
En el primer ejemplo, cuando se victimiza a otra persona para no sufrir el daño en carne propia, se tiende a sentir lástima por ella; por otro lado, cuando el rol que se proyecta es el del infiel, es muy probable que exista una ola de agresividad hacia el otro sujeto que crezca hasta que se pierda el control de la situación, a menos que exista un tratamiento adecuado que actúe a tiempo.