Pueril es un concepto que procede del latín puerilis y que refiere a lo que está vinculado con la puericia. Este último término, por su parte, señala el periodo de la vida que se sitúa entre la niñez y la etapa adolescente.
El uso más habitual del adjetivo pueril aparece cuando se pretende señalar que algo es típico de la niñez o cuando un adulto tiene conductas similares a las de un infante. En este sentido, se conoce como fiebre pueril a una infección de gravedad que puede atacar a una mujer y a su bebé después del parto, o incluso a la mujer en el caso de un aborto. Esta infección, también conocida como fiebre puerperal o sepsis puerperal, se provoca a partir de la acción de ciertas bacterias que ingresan al sistema genitourinario en el proceso de alumbramiento.
Lo pueril como infantil o insignificante
Si, en una crítica de cine, se dice que uno de los personajes de una película determinada es pueril, se estará haciendo referencia a que sus actitudes a lo largo de la historia pueden ser descritas como infantiles o inmaduras. Lo mismo ocurrirá si el calificativo de pueril se aplica a un personaje de otro tipo de obras o incluso a una persona real.
Pueril, por otra parte, puede ser aquello que es innecesario, insignificante o poco importante. Por ejemplo: “Pretenden atacar a este gobierno con un argumento pueril que carece de relevancia”, “Hubo algunas protestas pueriles por parte de los empleados, pero finalmente el gerente logró imponer su postura sin mayores problemas”, “Lo triste es que fue un esfuerzo pueril, ya que perdí el juego de todas formas”.
Un tipo de personalidad
La psicología reconoce un tipo de personalidad propia de los hombres caracterizada por la falta de voluntad a comprometerse con las personas y las obligaciones, que va de la mano de la eterna búsqueda de la mujer perfecta, igual a la figura idealizada de la madre, a quien nunca encuentran ya que no existe: el eterno pueril. Se trata de una forma de neurosis que puede conducir a una vida sin resolución, en la que los ideales nunca estén al alcance.
A lo largo de la historia, muchos han estudiado la figura de este hombre a veces denominado puer aeternus, nombre que recibió un dios antiguo conocido como el niño-dios. Si bien en épocas remotas el concepto hacía alusión a la eterna juventud, en la actualidad el enfoque apunta a la puerilidad, al prominente complejo materno de ciertos hombres que los lleva a comportarse como adolescentes durante toda su vida y a depender de manera extrema de sus madres.
De acuerdo con Carl Gustav Jung, reconocido psicólogo y médico psiquiatra suizo de finales del siglo XIX y comienzo del XX, el hombre con complejo materno suele apuntar a uno de los siguientes dos extremos: convertirse en homosexual o en Don Juan. En el primer caso, el rasgo principal es el deseo de ser como la madre y, por lo tanto, de buscar al hombre de sus sueños; el segundo se corresponde con el perfil del eterno pueril, ya que emprende una aventura sin fin para encontrar a la diosa que ve en su madre.
Otras de las dificultades que debe enfrentar el eterno pueril es el mundo laboral: detesta las responsabilidades relacionadas con la adultez, los puestos de trabajo monótonos y absurdamente sacrificados y las presiones sociales impuestas a cada franja etaria. Por el contrario, si encuentra su vocación, eso a lo que desea dedicarse con pasión, es capaz de trabajar sin descanso hasta caer rendido por el cansancio.
Cabe mencionar que hay diferentes perfiles de hombres considerados eternos pueriles, siendo los dos extremos el ser jovial y rebosante de energía y carisma, y el sujeto aparentemente haragán y falto de voluntad de vivir; en el fondo, ambos tienen una vida interior muy profunda, aunque la exterioricen de formas tan opuestas.