Del latín rationalis, racional es lo perteneciente o relativo a la razón. Este concepto tiene numerosos usos, como las referencias a la facultad de discurrir, el motivo o causa, el argumento que se esgrime para apoyar algo, o el cociente de dos números.
Racional, por lo tanto, es aquello que surge del raciocinio, que resulta conforme a la razón o que está dotado de ella. Por ejemplo: “No me expliques lo que pasó con argumentos insólitos: quiero oír una explicación racional”, “El diputado ha demostrado ser un hombre racional que sabe cómo actuar ante estas circunstancias”, “Si fueras un poco más racional, no hubieras comprado un coche semejante sólo por impulso”.
Lo racional y lo irracional
Lo racional se opone a lo irracional. Si un hombre tiene problemas cardíacos, una conducta racional implica que cuide su salud y que no tome riesgos innecesarios. En caso que dicha persona decida saltar en paracaídas, podría decirse que no actúa de manera racional.
En ocasiones, la línea que divide lo racional de lo irracional es muy delgada, y resulta difícil percibirla con nitidez. La decisión de una mujer que ocupa un puesto gerencial en una gran empresa y que opta por renunciar para poner en marcha su propio emprendimiento puede ser considerada como racional por algunos (ya que tendrá mayor autonomía y no contará con un techo para sus ganancias) y como irracional por otros (que creen que es una apuesta arriesgada y que no debería dejar un empleo bien remunerado).
El ser humano y los animales
Diversas fuentes se extienden a lo largo de infinitos párrafos para enaltecer la figura del ser humano entre todas las especies de este planeta, al punto de calificarnos de entidades que rozan la divinidad. Se dice que somos los únicos seres racionales, y que eso nos distingue del resto de los animales, por lo cual no es del todo correcto asumir que pertenecemos al mismo reino que estos últimos.
Continuando con las observaciones aceptadas por la mayoría, los seres humanos somos los únicos que tienen consciencia de su propia existencia, lo cual nos lleva a querer modificar nuestro entorno y convertir el mundo en un lugar humano. No nos conformamos con lo que la naturaleza nos brinda, con la disposición natural de las cosas, sino que necesitamos dejar nuestra huella para sentirnos más cómodos y protegidos, sin importar las consecuencias de nuestros cambios, el sufrimiento que en los demás generen.
Por otro lado, los estudiosos de nuestra supuesta superioridad aseguran que sólo nosotros podemos prever nuestra muerte, lo cual nos impulsa a aprovechar nuestra vida y a hacer de ella algo propio, único, a diferencia del resto de las especies. Y es este último punto el que resulta especialmente irrisorio: basta asomarse por la ventana para ver a centenares de personas arrastrando sus rutinarias existencias, las cuales no son más que réplicas casi exactas de las vidas de sus padres, quienes a su vez imitaron a los suyos, y así sucesivamente.
¿Realmente puede un científico hacer propaganda de nuestra especie, mientras las calles están plagadas de gente que no sabe cómo tapar su infelicidad, que no se detiene a pensar en su propia existencia porque se aturde con tecnología que sólo unos pocos son capaces de crear y con las plásticas vidas de los famosos? Las nuevas generaciones escriben cada vez peor, leen cada vez menos; la gente abandona su profesión para ir corriendo al altar y reproducirse… ¿Realmente estamos en posición de hacer alarde de nuestro intelecto frente a seres que no necesitan de nadie para conseguir su alimento, que sanan por sí mismos y que no destruyen el equilibrio de la naturaleza?
Los números racionales
La idea de racional también se emplea en el ámbito de las matemáticas. En concreto, permite calificar a un tipo de número.
Un número racional, de este modo, es aquel que puede representarse como el cociente de dos números enteros con denominador distinto de cero.