Rajadura es el acto y el resultado de rajarse o de rajar. Este verbo (rajar), a su vez, tiene varios usos: en este caso, nos interesa su alusión a abrir y a generar rajas (hendiduras).
Se llama rajadura, por lo tanto, a una abertura o un quiebre. El término suele emplearse con referencia a la grieta que aparece en una construcción, en un recipiente o en otro tipo de estructura debido a un golpe, un sismo, etc.
Por ejemplo: “Una piña cayó sobre el parabrisas de mi automóvil y le provocó una rajadura”, “El suministro de gas tuvo que ser interrumpido debido a la aparición de una rajadura en la tubería”, “Las altas temperaturas generadas por el fuego causaron rajaduras en las casas linderas al edificio que se incendió”.
Supongamos que se produce un terremoto en una cierta región. Mientras que las edificaciones cercanas al epicentro colapsan por el movimiento, otras ubicadas a una cierta distancia sufren daños no tan graves. Así, en los inmuebles que forman parte de este segundo grupo surgen rajaduras de menor o mayor tamaño y profundidad.
Las casas suelen presentar rajaduras con el tiempo, y por lo general las ignoramos porque asumimos que se trata de cuestiones superficiales. Sin embargo, en algunos casos se trata de signos de problemas verdaderamente graves en la estructura, que pueden desembocar en situaciones lamentables. Si bien suelen presentarse con mayor frecuencia en viviendas antiguas, dado que sus posibles causas son varias y diversas, también pueden apreciarse en algunas de reciente construcción.
Hablando en términos técnicos, una rajadura representa la liberación de tensión que se produce entre dos áreas de construcción que se someten un movimiento externo. Cuanto mayor sea la distancia entre las dos partes que se abren, más debemos preocuparnos y antes debemos actuar para reparar la rajadura.
Imaginemos ahora que una cazuela se resbala de las manos de un cocinero e impacta contra una mesa. Al no caer desde una gran altura, la vasija mantiene su integridad, pero queda atravesada por una rajadura. Esto quiere decir que puede perder líquido y que, en caso de sufrir otro golpe, es probable que se rompa.
Para reparar una rajadura es necesario comprar o preparar un producto adecuado, teniendo en cuenta diferentes factores. En primer lugar, el material del cual está hecho el objeto que se ha roto. También es importante conocer a qué condiciones se suele someter: si se humedece con frecuencia, entonces deberemos usar un producto resistente al agua, por ejemplo.
La idea de rajadura también se utiliza de manera simbólica cuando algo homogéneo se resquebraja. Un analista político, en este marco, puede afirmar que una decisión del presidente causó una rajadura en la alianza de gobierno, debido a que no fue bien recibida por muchos de sus aliados.
De modo similar, una rajadura en una relación interpersonal tal como una amistad o una relación de pareja puede simbolizar un problema muy grave que amenace con terminarla para siempre. La confianza, por ejemplo, es uno de los pilares fundamentales de todo lazo sentimental, es eso que nos permite «cerrar los ojos» cuando estamos con la otra persona porque sabemos que cuidará de nosotros, que jamás nos haría daño de forma intencional. Si llega el día en el que ya no sentimos esa seguridad, entonces nos encontramos ante una rajadura que probablemente no pueda cerrarse nunca.
Así como un movimiento sísmico provoca daños de diferentes magnitudes, muchas veces imposibles de reparar, si una persona traiciona la confianza que otra tiene depositada en ella es muy probable que la relación no pueda recomponerse. Para recuperarla, el esfuerzo a realizar es descomunal, ya que siempre puede existir la duda de que se repita el suceso.