Refractario es un adjetivo que procede del vocablo latino refractarius. El diccionario de la Real Academia Española (RAE) menciona diferentes acepciones del término: la primera se refiere al individuo que rechaza el cumplimiento de una obligación o de un deber.
Alguien refractario, por lo tanto, muestra rebeldía para acatar un mandato o para aceptar un pensamiento diferente al suyo. Por ejemplo: “El jugador se mostró refractario a las indicaciones de su entrenador y fue reemplazado antes de la finalización del primer tiempo”, “El intendente es refractario a las consultas periodísticas: por eso prefiere no dialogar con la prensa”, “El joven, refractario, insultó a los policías antes de ser detenido”.
Materiales refractarios
Los materiales refractarios, por otra parte, son aquellos que cuentan con una buena resistencia al fuego, es decir que soportar su acción sin sufrir alteraciones. Se trata de materiales que toleran las altas temperaturas sin entrar en descomposición ni modificar sus propiedades.
Pese a que no existe una definición precise que indique cuándo un material puede ser calificado como refractario, por lo general se considera que lo es si está en condiciones de tolerar temperaturas superiores a los 1100ºC sin sufrir una deformación.
La cal, el sílice, la alumina y el óxido de magnesio son algunos de los materiales refractarios. Esto quiere decir que estos materiales disponen de una conductividad térmica reducida, resisten los choques de tipo térmico y no se dilatan ante las temperaturas elevadas.
Por sus características, los materiales refractarios se utilizan para recubrir incineradores y hornos y para la fabricación de crisoles.
Una clase de material cerámico
Se conoce como ladrillo refractario a una clase de material cerámico que tiene un número de características muy particulares que lo vuelven especialmente versátil para su uso en el ámbito de la industria. Posee caras lisas, rasgo que lo hace menos adherente al mortero, y esto hace que sea más resistente a la abrasión y las altas temperaturas. El mortero, por su parte, es un compuesto que se usa para pegar piedras, bloques de hormigón, ladrillos y otros elementos de construcción.
El ladrillo refractario es bastante costoso, pero compensa la inversión económica con sus propiedades térmicas. En la actualidad, se utiliza para el revestimiento de calderas, hornos rotatorios, parrillas y ollas de aceleración, por ejemplo, y para adherirlos unos a otros se usa tierra refractaria; cabe mencionar que el cemento puede volver más firme la unión, y por ello se puede agregar a la mezcla, la cual tiene un aspecto similar al del barro.
Manipulación de un ladrillo refractario
Manipular un ladrillo refractario es más complicado que uno común, ya que puede generar una explosión si no se combina con los materiales adecuados. Así como sucede con la tierra refractaria, este tipo de ladrillo es un muy buen contenedor de calor, o sea que tiene la capacidad de conservar la temperatura a la cual se expone a lo largo de los diferentes procesos que atraviesa.
El porcentaje de concentración de alúmina que se utilice en la fabricación de un ladrillo refractario (que puede ser tan baja como un 36% y tan alta como un 99%) influye directamente en su resistencia a las altas temperaturas. Otro material que se puede usar es el sílice, y esta decisión en conjunto con el porcentaje de alúmina deriva en la calidad del producto final. Si no se desea someterlo a temperaturas muy variadas, no es necesario que contenga mucha alúmina.
Para el recubrimiento de hornos que se usan para fundir acero, se utiliza un ladrillo refractario de dióxido de silicio, el cual suele comenzar a licuarse cuando la temperatura supera los 1650 °C. Su fabricación requiere exponer los componentes a bajas presiones y quemarlos a altísimas temperaturas.