La sexualidad es el conjunto de las condiciones anatómicas, fisiológicas y psicológicas que caracterizan a cada sexo. El término también hace referencia al apetito sexual (como una propensión al placer carnal) y al conjunto de los fenómenos emocionales y conductuales vinculados al sexo.
En la antigüedad, se consideraba que la sexualidad de los seres humanos y de los animales era instintiva. Los comportamientos sexuales, por lo tanto, estaban determinados biológicamente y todas aquellas prácticas que no estaban dirigidas a la procreación eran consideradas como antinaturales.
La sexualidad según la OMS
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la sexualidad humana abarca tanto las relaciones sexuales (el coito) como el erotismo, la intimidad y el placer. La sexualidad es experimentada y expresada a través de pensamientos, acciones y deseos (las fantasías sexuales), estando asociada a la libido.
La heterosexualidad es la condición que consiste en la atracción sexual hacia las personas del sexo opuesto. Los hombres heterosexuales, por lo tanto, se sienten atraídos por las mujeres, y viceversa.
En la homosexualidad, en cambio, las relaciones se dan entre personas del mismo sexo. Existe, a su vez, otra variante, conocida por el nombre de bisexualidad, a la cual pertenecen aquellos individuos que se sienten atraídos por sujetos de ambos sexos.
Además pueden considerarse otras clasificaciones, como la pansexualidad (la atracción hacia cualquier elemento o ser humano) o la condición queer (una identidad de género que no encaja con los parámetros que se consideran convencionalmente).
Cuestiones sociales y culturales
La sexualidad, con el tiempo, fue adquiriendo una noción social y cultural. Al repasar la historia de la sexualidad podemos ver que la homosexualidad, por ejemplo, fue considerada exclusiva del ser humano durante mucho tiempo; sin embargo, la observación de diversas especies animales a lo largo de los años ha demostrado lo contrario. Lo mismo ocurre con la masturbación y con prácticas violentas como las violaciones. Tanto las personas como los animales desarrollan las características de su sexualidad de acuerdo a su entorno.
Cada persona escoge cómo vivir su sexualidad, aunque esta decisión puede cambiar a lo largo de los años. Se puede hacer una primera distinción entre quienes mantienen relaciones sexuales para procrear y quienes lo hacen para sentir placer.
La sexualidad, pues, va mucho más allá de las relaciones con fines reproductivos. Prácticas como el sexo oral y el sexo anal, el uso de juguetes sexuales y el consumo de pornografía no tienen que ver con la reproducción sino con el disfrute. Se trata de acciones que requieren del consentimiento de las partes involucradas y que pertenecen exclusivamente a la esfera de los adultos.
Sexualidad responsable
Todas las personas, independientemente de su género y su orientación sexual, deben tener en cuenta una serie de responsabilidades que giran en torno a las prácticas sexuales, para evitar por todos los medios que sus acciones repercutan negativamente en los demás.
En primer lugar, se deben considerar a las enfermedades de transmisión sexual (ETS), una serie de trastornos clínicos infectocontagiosos que se pasan de un individuo a otro a través del contacto físico, especialmente durante las relaciones íntimas. En su mayoría, los causantes son virus y bacterias, aunque algunas veces provienen de protozoarios y hongos: el sida (causado por el VIH), el herpes genital, la gonorrea, la sífilis, la clamidia, las infecciones por HPV y la tricomoniasis son ETS.
El primer paso para la prevención de ETS es la educación; luego vienen las decisiones con respecto a la propia conducta, sea que se opte por no practicar el sexo o bien hacerlo tomando las precauciones pertinentes. El uso de preservativos, por ejemplo, contribuye a las relaciones sexuales seguras.
La anticoncepción
La anticoncepción es una dimensión muy importante de la sexualidad. Se trata de aquellos recursos que permiten evitar un embarazo no deseado.
Entre los métodos anticonceptivos más usados se encuentran el preservativo, la píldora anticonceptiva y el dispositivo intrauterino (DIU). También se puede apelar a procedimientos irreversibles como la esterilización.
La anticoncepción apunta a que los seres humanos puedan gozar de la sexualidad y que las relaciones solo lleguen al embarazo cuando la pareja tiene dicho deseo.
Aquellas personas que deciden procrear, por otra parte, deberían siempre pensar en la vida que podrán brindar a sus hijos. Son muchos los factores a tener en cuenta: el dinero, sin duda, es necesario para la manutención y la educación y, por consiguiente, para la interacción con otros seres humanos. Otras cuestiones a atender son el lugar de residencia, dado que todas sus características, desde el clima hasta la cultura, influirán directamente sobre las generaciones futuras; y la salud física y mental de los progenitores, ya que son los pilares fundamentales de la crianza de los niños, los encargados de protegerlos y de propiciarles las herramientas necesarias para su correcto desarrollo.
La educación sexual, asimismo, es un recurso fundamental que todas las comunidades deberían usar a la hora de formar a sus niños. Por diversas razones, los seres humanos hemos desarrollado miedo y pudor alrededor de nuestra propia sexualidad, comenzando por el hecho de necesitar cubrir nuestros cuerpos de las miradas ajenas. Sin embargo, esto solamente puede conducir a la desinformación y a la represión, con sus terribles consecuencias.