La locución latina stricto sensu, o sensu stricto, alude al sentido estricto. Para comprender la noción, hay que centrarse en la idea de sentido.
Conceptos fundamentales
Se entiende por sentido a la capacidad que tiene una persona para reconocer la realidad y vincularse con ella. El sentido es una manera de juzgar o comprender algo, o la habilidad para entenderlo.
Lo estricto, en tanto, es lo que se ajusta exactamente a una norma, un precepto, una necesidad, etc. Aquello que se entiende en un sentido estricto, de este modo, no permite dos interpretaciones ni deja lugar a la subjetividad.
Opuesta a lato sensu
La expresión stricto sensu suele emplearse en el terreno del derecho por oposición a lato sensu o sensu lato: es decir, en sentido amplio. Si un término o situación tiene dos interpretaciones, de las cuales una contiene a la otra, el stricto sensu indica que la cuestión tiene que interpretarse según el significado más limitado o ajustado, dejando de lado aquel que abarca más.
Lo stricto sensu, en definitiva, implica un uso estricto de una palabra. O, en el ámbito específico de lo legal, de una norma, regla o disposición.
Límites del concepto
Tomemos el caso de la libertad de expresión. Si pensamos en la libertad de expresión en stricto sensu, cada ser humano tiene el derecho de comunicar lo que quiera y de la forma que desee. Esa libertad tan amplia autoriza, por ejemplo, a insultar e injuriar. Sin embargo, hay leyes y normativas que establecen restricciones específicas o que pueden sancionar los eventuales efectos del ejercicio de la libertad de expresión.
En este punto nos encontramos con un límite similar al que podemos observar cuando estudiamos el concepto de democracia: no se trata de la libertad absoluta de cada individuo, sino del derecho a construir y moldear entre todos la sociedad, pero siempre por medio del consenso. Vivir en democracia no significa salir a la calle y actuar como queramos, sino tener la garantía de que nadie nos censure, de que podamos alzar nuestra voz y compartir nuestra opinión, aunque no siempre obtengamos los resultados que esperamos.
A través de estos dos ejemplos podemos entender que la expresión stricto sensu es realmente limitada, tal y como se pretende que lo sea, ya que nos ofrece una mirada muy estrecha, una tajada de la realidad. Es por esta razón que su aplicación tiene especial utilidad en los ámbitos más técnicos, donde se usa para resolver situaciones teóricas, pero no resulta tan útil o práctica en la vida cotidiana, donde se mezclan los aspectos material y emocional de una forma indivisible.
Datos lingüísticos
En primer lugar, debemos señalar que a menudo encontramos esta locución latina escrita de forma incorrecta, incluso en los medios de información profesionales. Las dos más comunes son strictu sensu y stricto senso. Sí es correcto abreviarla de las siguientes dos maneras: s. s. y s. str..
Es importante señalar que el caso de stricto sensu no es excepcional, sino más bien normal ya que todas las locuciones de origen latino sufren alguna deformación en el habla cotidiana o, peor aún, en los ámbitos de la prensa y la literatura. Después de todo, se trata de una lengua muerta, que no se habla en ningún país actual y que en su época de esplendor tuvo varias versiones, cada una con sus propias interpretaciones de la fonética, entre otras diferencias. Al día de hoy, en español contamos con las herramientas para evitar el uso de términos extranjeros, pero hay quienes los prefieren para dotar sus textos de un supuesto brillo que consideran inalcanzable por otro medio.