El concepto de sujeto puede usarse de distintos modos. Puede tratarse de una persona que, en un determinado contexto, no tiene identificación o denominación. Sujeto también es una categoría de tipo filosófico y una función gramatical.
Activo, por su parte, es un adjetivo que puede referirse a aquel o aquello que actúa. Como sustantivo, la noción de activo se utiliza para nombrar a los bienes que están en propiedad de una persona o de una entidad.
Concepto de sujeto activo
Con estas cuestiones en claro, podemos avanzar con el concepto de sujeto activo. Esta expresión se usa para nombrar a quien cuenta con el derecho legal de exigir el cumplimiento de una cierta obligación a otra persona.
En este sentido, podemos distinguir entre el sujeto activo y el sujeto pasivo en el marco de una relación jurídica. Ambos sujetos, por lo tanto, son las partes de dicho vínculo. El sujeto activo es la parte que dispone de legitimidad para exigir que la otra parte cumpla con la obligación que contrajo. Esta parte obligada, de este modo, es el sujeto pasivo.
Un ejemplo
Supongamos que dos personas firman un contrato de alquiler: un sujeto le alquila su vivienda a otro por una cierta cantidad de dinero que debe pagarse de forma mensual. La persona que aporta la vivienda es el sujeto activo: dispone de legitimidad para exigir al individuo que alquila la casa (el sujeto pasivo) que pague el monto acordado.
En este contexto, no importa que el sujeto pasivo, con el tiempo, no tenga los recursos para el cumplimiento de su obligación. Dicha obligación se mantiene y el sujeto activo no pierde el derecho de exigir el pago que le corresponde.
Sujeto activo según el derecho
Antes de continuar, veremos el concepto de sujeto en mayor profundidad dentro del ámbito del derecho. En pocas palabras, podemos decir que se trata de cualquier entidad o persona que cuente con personalidad jurídica propia y que pueda verse afectada por una relación jurídica. Entendemos por personalidad o identidad jurídica a la serie de rasgos que se usa para reconocer a una persona, asociación, empresa o entidad que tenga la suficiente capacidad para asumir obligaciones y llevar a cabo actividades que acarreen plena responsabilidad jurídica, tanto para con ellas mismas como para con terceras partes.
Una relación jurídica es un vínculo que involucra un mínimo de dos personas, ya sean físicas o morales, en un marco en el que se incluyen intereses o bienes, de manera orgánica y estable, respetando la regulación del Derecho y con el objetivo de llevar a cabo una función social que sea meritoria de la tutela jurídica. Cualquier aspecto que ponga en duda la legitimidad de un vínculo con estas características lo invalida automáticamente desde un punto de vista legal, o sea que pierde la tutela jurídica y pasa a formar parte del ámbito delictivo.
La noción en la gramática
Para la gramática, el concepto de sujeto activo hace referencia a aquel que realiza la acción indicada por el verbo presente en el predicado, y se reconoce porque concuerda en género y número con él. Veamos un ejemplo a continuación: «La científica realizó diversas pruebas». En este caso, el sujeto es «la científica», que se compone de un artículo y un sustantivo, y este último («científica») es femenino y singular, tal y como espera el verbo «realizó», que está conjugado en la tercera persona singular (ella).
El sujeto pasivo, en cambio, no ejecuta la acción sino que la recibe: «Las pruebas fueron realizadas por la científica». En este caso, el sujeto es «las pruebas», quienes dependen de la acción de «la científica». Volviendo al sujeto activo, a veces se puede omitir, siempre que el contexto nos permita deducir su identidad: si ya se ha mencionado a la científica en la conversación, es posible decir simplemente «Realizó diversas pruebas», porque se entiende que se habla de ella.