Concreción de un fraude
La superchería implica el reemplazo de algo verdadero por un elemento falso. De esta manera se concreta un fraude. Por ejemplo: «La superchería de aquellos que narran la historia oficial y ocultan la tragedia de los vencidos me resulta indignante», «Los científicos deben encargarse de demostrar la falsedad de las supercherías», «Basta de supercherías, quiero saber qué está pasando en realidad».
En el primer ejemplo estamos ante un engaño porque el emisor denuncia la actitud retorcida de quienes tienen en su poder la recapitulación de los hechos más importantes de nuestra especie, como puede ser una guerra, pero lo hacen enfocándose en la victoria que supone para su bando y dejando de lado el sufrimiento del opuesto. Esta táctica se usa en muchos ámbitos para evitar que el consumidor advierta un aspecto negativo en el mensaje, de manera que recibe una mentira o, lo que es lo mismo, una verdad parcial.
La segunda oración se centra en otro campo. Si bien no elabora en detalle el objeto al que se refiere mediante el término supercherías, puede interpretarse como la actividad de las personas que se dedican al espiritismo, la videncia y la cartomancia, entre otras profesiones cuya autenticidad aún no ha sido probada por la ciencia. Dado que pueden causar tanto sufrimiento a quienes caen en su trampa, el emisor le exige a la comunidad de científicos que los desenmascare con pruebas irrefutables.
Por último, la palabra supercherías hace alusión a las mentiras que, de modo similar al primer ejemplo, pretenden colocar un velo sobre la verdad para evitar que la gente tenga acceso a toda la información disponible. Podemos adjetivar negativamente cualquier actitud de este tipo, pero lamentablemente es más común que la opuesta en cualquier ámbito donde haya intereses económicos y políticos de fondo. Por ejemplo, las empresas no nos cuentan el grado de contaminación y explotación laboral que las sostiene, sino las prestaciones de sus productos.
Superchería sacerdotal
Se denomina superchería sacerdotal a la acción que desarrolla un sacerdote u otro religioso cuando se dedica a predicar para cosechar elogios u obtener alguna ganancia personal. En esos casos, el predicador deja de lado la humildad y se guía por la vanidad.
El rol del sacerdote es el de un canal entre Dios y el pueblo. Es cierto que debe usar la imaginación para transmitir los mensajes de su Padre de una forma amena e impactante, pero no está en él crearlos. No es él quien trae luz a la humanidad, ni quien merece la fe eterna. Sin embargo, dado que sí es la única persona material que se para frente a decenas de creyentes para ayudarlos a ver dicha luz, puede llegar a confundirse, a sentirse el centro, y así caer en la superchería.
Aquel que incurre en la superchería sacerdotal -expresión que aparece en el Libro de Mormón– habla más de sí mismo que de Dios en sus sermones, los cuales prepara con la intención de lucirse como orador y de favorecer el entretenimiento. En este marco, se asocia la superchería al orgullo.
Como nombre propio
«Superchería», por otra parte, es el título de una canción de la banda argentina de rock Pescado Rabioso. Compuesta por Luis Alberto Spinetta, forma parte del álbum «Artaud», editado en 1973.
En «Superchería», Spinetta combina vals, rock y jazz en las distintas partes del tema. En cuanto a la letra, suele ser considerada como una crítica a la religión y a la superstición.
Superchería, además, es un grupo de rock de Buenos Aires que tomó el nombre de la canción de Spinetta. Fundado en 2007, ese mismo año presentó el EP «Superchería» y tres años después, su primer disco de larga duración: «Una casa detrás».