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La teoría de la mente brinda la posibilidad de predecir o interpretar intenciones y acciones y, mediante la empatía, se llega a conectar con los demás al identificar sus emociones.
Teoría de la mente es un concepto de uso frecuente para expertos en disciplinas que alimentan a la ciencia cognitiva. La neurociencia y la psicología son parte de las especialidades en las cuales se aborda esta capacidad que, según se advierte al analizar la realidad, también está vinculada a creencias sobre religión.
Entre los principales impulsores de esta noción aparecen Guy Woodruff y David Premack, quienes motorizaron la idea en base a un estudio experimental que llevaron a cabo en 1978. Tras evaluar comportamientos y reacciones de un chimpancé, estos profesionales concluyeron que la teoría de la mente posibilita atribuir un estado mental tanto a uno mismo como a prójimos.
Con el transcurso de los años, esta consideración fue adoptada por especialistas en psicología infantil focalizados en el desarrollo mental de chicos de corta edad. Hoy en día, el progreso tecnológico ha llevado a estudiar las particularidades de la teoría de la mente en relación a la inteligencia artificial (IA). El psicólogo Michal Kosinski ha investigado recientemente los más avanzados modelos de lenguaje de inteligencia artificial y llegó a establecer que ya se advierten muestras de empatía y comprensión en máquinas que interactúan con seres humanos. De acuerdo a su perspectiva, si bien la IA no experimenta emociones, sí está preparada para entender sentimientos y reacciones de individuos y actuar en consecuencia.
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Características de teoría de la mente
Al recopilar datos vinculados a la teoría de la mente (ToM, sigla surgida de la expresión en inglés Theory of Mind) queda al descubierto que hay diferentes clasificaciones o divisiones. Al instruirnos acerca de qué y cómo es la teoría de la mente es posible comprender cómo las personas condicionan o guían sus maneras de comportarse a medida que pueden anticiparse a la intencionalidad, necesidad o conducta de un prójimo.
Se puede distinguir entre ToM afectiva, por ejemplo, y ToM cognitiva. En el primer caso prevalece la habilidad de poder inferir un estado emocional ajeno, así como en el otro se detecta una capacidad para la comprensión de intenciones y/o de creencias de los demás.
Asimismo, se apela a la categoría de teoría de la mente de primer orden para diferenciar a la etapa inicial de un ser humano que se circunscribe a un estado mental. Al cabo de unas temporadas se pasa a la teoría de la mente de segundo orden. En esa instancia ya se advierte una capacidad para reconocer también en el otro un estado mental. Por eso es posible, respecto a uno mismo y a los demás, hacer atribuciones de sensaciones o pensamientos.
En seres humanos con autismo estos procesos mentales suelen resultar afectados, al igual que la destreza para leer e interpretar emociones propias y del prójimo. A raíz de ello es esencial estimularlos en materia de sentidos y trabajar con ellos las emociones desde un enfoque contextual con el objetivo de ayudarlos a superar esos eventuales obstáculos.
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La teoría de la mente es clave para el desarrollo de la comprensión emocional.
Ejemplos de teoría de la mente
Así como desde hace años se investiga cómo se da la teoría de la mente en personas de espectro autista y se tiende a aclarar que no hay en esos individuos un déficit o una incapacidad sino una manera diferente de comprender la mente de ellas y las de los demás, también hay análisis en relación a otras realidades y condiciones.
Quienes han sido diagnosticados con esquizofrenia, por ejemplo, evidencian dificultades a la hora de procesar datos mediante un reconocimiento facial vinculado a las emociones y de interpretar un estado mental ajeno.
Para alguien con autismo, consideran muchos especialistas en el tema, es complicado entender acciones, creencias o pensamientos de los demás, comprender la razón de un acto, ya que no cuentan con los recursos para ponerse naturalmente en el lugar del otro y anticiparse o predecir la conducta del prójimo.
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Se conoce como mentalización a la habilidad de interpretar conductas y comportamientos considerando a los estados mentales (es decir, a los sentimientos, deseos, pensamientos y creencias).
Se ha apelado, según se desprende de ciertos registros, a un experimento para probar la teoría de la mente en chicos de 4 años de edad. La prueba consiste en hacerlos ver una representación teatral con dos figuras. Una de ellas, a la cual podríamos nombrar como Ana, lleva en sus manos una canasta. María, su compañera, posee una bolsa. La primera de ellas, ante la vista de su amiga, pone una pelotita dentro de su canasta y se va de la escena. En su ausencia, María decide sacar la pelotita y guardarla en su bolsa. Cuando regresa al escenario Ana, se le pregunta a los espectadores a dónde irá Ana a buscar la pelotita que ella guardó. Por lo general, la mayoría de los niños razona con lógica poniéndose en el lugar de Ana, comprendiendo su estado o nivel de conocimiento: por eso suelen responder que irá a la canasta ya que dejó el producto ahí antes de irse.
En el día a día, por sumar precisiones, se suman investigaciones, experimentaciones y artículos académicos que intentan profundizar los saberes sobre la teoría de la mente estudiándola o enmarcándola en la neurociencia cognitiva social o en la psicología evolutiva, por indicar dos casos concretos.