El concepto de trompicar proviene del portugués tropicar, a su vez derivado de trópico, una variante de trôpego. El término refiere a provocar que una persona se tropiece de manera violenta.
Ejemplos de trompicar
Por ejemplo: “El policía corrió y logró trompicar al ladrón, que quedó tendido en el suelo”, “Un manifestante consiguió esquivar a las fuerzas de seguridad y llegó a trompicar al presidente”, “El defensor uruguayo hizo trompicar al delantero ruso y el árbitro no dudó en sancionar la infracción”.
La noción, como puede apreciarse, se emplea como sinónimo de tropezar o de hacer caer. Si un individuo propicia que otro trompique, lo que provoca es que pierda la estabilidad y se desplome.
Veamos el significado que adquiere en cada uno de los ejemplos recién expuestos. En el primero vemos que un policía se encontraba persiguiendo a un delincuente que escapaba a una gran velocidad, y la única forma en la que consiguió detenerlo fue abalanzándose sobre él y provocándole que tropezara, para poder inmovilizarlo hasta que llegaran los refuerzos.
Seguidamente tenemos el caso de un individuo que avanza hacia el presidente para trompicarlo, y lo consigue gracias a evitar que las fuerzas de seguridad lo detengan en plena trayectoria. Mientras que el primer ejemplo usa esta acción con un fin de justicia, el segundo es de carácter subversivo. Por último, en el deporte se trata de una infracción, que debe ser penalizada.
Tambalearse
Trompicar también puede hacer alusión a avanzar a los tumbos o de forma tambaleante: “Tras beber su cuarta cerveza, el hombre empezó a trompicar por el bar”, “Los golpes de su oponente hicieron trompicar al boxeador armenio, que sin embargo pudo mantenerse en pie hasta el final del round”, “Puedo caminar más lento o incluso trompicar, pero nunca me detendré”.
En este caso se trata de un verbo intransitivo, ya que no debe ir acompañado de un complemento directo, como sí ocurre en la acepción anterior. Veamos una breve explicación: si decimos que un jugador de fútbol trompica a un rival, la parte resaltada es el complemento directo, porque el verbo recae sobre ella y la necesita para ofrecer un significado completo y coherente.
Nótese que el complemento directo puede ser un ser vivo o una cosa. Cuando trompicar actúa como verbo intransitivo, en cambio, no es correcto aportar un complemento, ya que la acción recae sobre el sujeto. Esto se puede notar con más claridad si prestamos atención a alguno de sus sinónimos, como ser el antes mencionado tambalearse: este verbo tiene el mismo significado pero requiere la forma reflexiva para su uso.
Por lo tanto, mientras que decimos «el hombre trompicaba», no podemos decir «tambaleaba» sino «se tambaleaba». Tanto en el primero como en el segundo ejemplo, los personajes trompican a causa de un estímulo externo: uno por haber bebido demasiado alcohol, y otro por haber recibido demasiados golpes en un enfrentamiento pugilístico. El último, en cambio, hace referencia a trompicar como sinónimo de «tropezar con un obstáculo inesperado».
En sentido figurado
La idea de trompicar además puede usarse de forma simbólica. Supongamos que diputados oficialistas presentan un proyecto y los opositores le ponen trabas para que la iniciativa no prospere. Puede decirse, pues, que pretenden trompicar la propuesta del oficialismo.
Un equipo deportivo que comienza a perder varios partidos en fila, en tanto, se va derrumbando: empieza a trompicar. Su andar deja de ser sólido o firme, con lo cual retrocede en la tabla de posiciones hasta caer al fondo. Precisamente, este último verbo (caer) es el que suele suceder a trompicar cuando el sujeto ya no puede sostenerse en pie, tanto en sentido figurado como literal.