El término unívoco proviene del vocablo del latín tardío univŏcus, que alude a aquello que cuenta con un solo nombre o sonido. Se trata de un adjetivo que permite calificar a lo que presenta igual valor o naturaleza que otro elemento.
Sin variación
Unívoco suele referirse a lo que tiene una única interpretación posible o a lo que mantiene su significado o esencia sin variación. Por ejemplo: “Las acciones del presidente disponen de un sentido unívoco, que es generar bienestar para todos los integrantes de la comunidad”, “No creo que las personas contemos con un destino unívoco ya escrito”, “Quienes integramos la agrupación tenemos una visión unívoca sobre esta problemática desde hace muchos años”.
La persona que comenta acerca de las intenciones del presidente tiene su propia interpretación, que considera unívoca, pero no puede conseguir que todo el público las comparta. Las discusiones acerca del destino son muy antiguas, y probablemente no se terminen jamás: hay quienes se cobijan en la idea de que todo está escrito, pero también quienes prefieren creer que son dueños absolutos de su destino. Finalmente, una organización debería tener una visión unívoca al tratar los problemas, para aunar sus esfuerzos y potenciar sus resultados.
Opuesto a unívoco
Tomemos el caso de la letra de una canción. Aunque todos los oyentes escuchan las mismas palabras, la interpretación que realizan del contenido puede resultar variable. Dicho de otra manera, cada individuo interpreta algo diferente según su propia lectura, a su vez influida por múltiples factores. Puede afirmarse, por lo tanto, que la canción carece de una interpretación unívoca.
La mayoría de los aspectos de la vida están sujetos a la interpretación de cada individuo, de manera que el concepto de unívoco no puede aplicarse con facilidad a nuestro día a día. Y esto no se limita a los temas más ligeros, como ser el mencionado caso de la letra de una canción, sino que incluso alcanza los más serios: la muerte, la felicidad, la depresión, los derechos fundamentales; cosas que para cada uno pueden parecer rígidas, tienen más de una interpretación dependiendo del punto de vista.
Esta inevitable libertad de los seres vivos de entender el mundo a su manera, a través de su propia sensibilidad y haciendo uso de sus propias herramientas, lleva a la existencia de la diversidad. Si bien la crianza influye enormemente en nuestras ideas, el paso de los años nos ayuda a encontrar un camino muchas veces diferente al de nuestra infancia, donde nos sentimos más a gusto, donde todo parece tener más sentido. Y es allí cuando comenzamos a chocar con otras personas al tratar temas tanto o más delicados como los anteriores.
Relación entre conjuntos
La idea de unívoco, por otra parte, puede hacer mención a la correspondencia que existe entre un elemento de un conjunto con un único elemento de otro conjunto. Esta noción aparece en el ámbito de las matemáticas.
Supongamos que un elemento de un conjunto de partida (conocido como dominio) cuenta con una única imagen en el conjunto de llegada (el codominio). En este caso, la correspondencia matemática resulta unívoca. Visualmente, la correspondencia unívoca se refleja en que de cada elemento del dominio con imagen sale una sola flecha.
Un ejemplo en el que se cumple este tipo de relación entre los elementos de dos conjuntos puede ser una función que consista en elevar la variable de entrada al cuadrado: cada número del conjunto de partida tiene una única imagen, ya que no hay dos resultados posibles para el cuadrado de un número. Sin embargo, si la dirección fuera la opuesta, el resultado sería diferente: si nos preguntásemos qué números del conjunto de llegada pueden dar como resultado los del dominio al elevarlos al cuadrado, para casi todos tendríamos dos coincidencias, ya que los positivos y los negativos dan el mismo número al elevarlos a la potencia de 2 (-4 x -4 = 16, así como 4 x 4 = 16).