Del latín vallis, un valle es una llanura entre montañas o alturas. Se trata de una depresión de la superficie terrestre entre dos vertientes, con forma inclinada y alargada. Por la vertiente de un valle pueden circular las aguas de un río (en el caso de los valles fluviales) o alojarse el hielo de un glaciar (valles glaciares).
Un valle puede formarse por distintos motivos, como la erosión que genera un curso de agua o los movimientos tectónicos. Del mismo modo, puede tener distintas formas de acuerdo a su origen y antigüedad.
Distintos tipos de valles
Los valles más jóvenes tienen forma de V, ya que las vertientes se encuentran poco modeladas por la erosión. Cuando la erosión avanza, se habla de valles aluviales, que tienen fondo amplio y plano. Los valles en U, que suelen ser de origen glaciar, exhiben un fondo cóncavo y paredes abruptas.
También es posible distinguir entre los valles longitudinales (que se orientan de forma paralela a los pliegues de la cordillera) y los valles transversales (perpendiculares a la cordillera).
Algunos de los más conocidos
Existe una gran cantidad de valles de importancia a nivel mundial. El Gran Valle del Rift, por ejemplo, tiene una extensión de 4.830 kilómetros y alberga la montaña más alta del continente africano: el monte Kilimanjaro, que se eleva 5.895 metros sobre el nivel del mar.
El Valle del Nilo, en cambio, es mucho más pequeño (con un promedio de 19 kilómetros de ancho), pero tiene una gran relevancia histórica a causa de haber permitido el desarrollo de las civilizaciones en Egipto.
El Valle de la Luna
El nombre Valle de la Luna hace referencia a parques de Bolivia, Chile y Argentina. En este último país, se trata de una zona protegida situada al norte de San Juan, una de sus provincias, y representa un gran tesoro para la comunidad científica, dado que es el hogar de una reserva paleontológica de considerable importancia. Solo allí es posible apreciar todas las características del período triásico de manera ordenada. Los cálculos acerca de la edad de sus formaciones geológicas apuntan a un mínimo de 180 y un máximo de 230 millones de años.
Su paisaje es muy particular y miles de turistas de todas partes del mundo se acercan para apreciarlo cada año: la vegetación es escasa, la variedad de colores en sus suelos es impactante y las formas de sus montes, hipnóticas. A pesar de tratarse de una zona dedicada a la investigación científica, es posible realizar un recorrido guiado a bordo de un vehículo que se detiene en puntos estratégicos, para que los visitantes reciban las explicaciones pertinentes; la duración de la excursión gira en torno a las 3 horas, y también es posible realizarla en bicicleta.
Asimismo, cuenta con un museo donde también se ofrece un servicio de visitas guiadas; en este caso, se imparten conceptos acerca de los fósiles en general y de su extracción. Por si esto fuera poco, un volcán ya extinto, cuya chimenea se conoce actualmente como cerro Morado, da a quienes deseen escalarlo la oportunidad de observar el paisaje desde un punto de vista privilegiado.
El espacio exterior
Pero los valles no solo existen en la Tierra; la luna tiene su propia versión, además de las decenas de miles de cráteres, que muchas veces se solapan entre sí.
Los valles lunares, también conocidos como fisuras lunares, presentan dimensiones que van desde los 16 a los 482 kilómetros de largo y su extensión a lo ancho se aproxima a los 3 kilómetros. Según diversos estudios, se cree que su formación se debió a la acción del calor y de una expansión en su interior, que afectó las zonas más débiles del satélite.