La locución latina verbi gratia dio lugar al término verbigracia. El concepto alude a un ejemplo: un dicho o un acontecimiento que se cita con la intención de validar una afirmación.
La noción suele emplearse como sinónimo de “por ejemplo”, sirviendo así como conector: “La economía nacional podría mejorar con algunas medidas; verbigracia, una reducción de los impuestos y facilidades para acceder al crédito”, “La iniciativa fue apoyada, verbigracia, por los diputados López y Rocamora”, “Deberíamos imitar lo que hacen los países más avanzados en esta materia, verbigracia Alemania y Japón”.
Origen del concepto de verbigracia
La palabra verbigracia comenzó a utilizarse en España y llegó al español americano en el siglo XVIII. De todos modos, su uso actualmente es muy acotado, y casi nulo en el lenguaje coloquial o cotidiano.
Por lo tanto, no es habitual oír una referencia a verbigracia en una conversación. Sin embargo, es posible encontrar esta idea en publicación jurídicas y en documentos de carácter científico. También algunos escritores y periodistas en ocasiones recurren a ella.
Verbigracia suele usarse como adverbio y entre comas: “No todos los animales expresan su alegría de la misma forma. Un perro, verbigracia, mueve la cola”. Es importante señalar que, como sustantivo, debe aparecer en masculino: “Le di varios verbigracias para que pudiera comprender la magnitud del problema, pero no me prestó atención”.
Su etimología y uso actual
Cabe destacar, por otra parte, que verbi gratia puede mencionarse mediante las abreviaturas v. gr y v. g. La locución latina, de todos modos, es aceptada por la Real Academia Española (RAE) según indica la propia institución en su diccionario.
Dado que se trata de un término muy raro, tanto en lo que se refiere a su escritura como al uso que se le da en la actualidad, lo mejor que podemos hacer es echar un vistazo a su etimología. No debemos subestimar el impacto que puede causar en el aprendizaje comprender el origen de las palabras. En este caso, estamos ante la unión de las siguientes dos partes, ambas provenientes del latín:
* verbum: si bien es cierto que entre sus significados se encuentra nuestro término «verbo», el sentido que le damos en este caso es el de «palabra«. Otros que nos ha legado en nuestro idioma son «verborrea» y «verbigeración». Su origen se encuentra en la raíz indoeuropea *wer-6, de la cual surgió vrata- (que da la idea de «orden»), rhetor (que se traduce como «orador» y está relacionado con la «retórica») y weriga- (que significa «convocar, llamar»), en sánscrito, griego e hitita, respectivamente;
* gratia: sus significados más comunes son «encanto, favor» y, por supuesto, «gracia«, como apreciamos en esta última palabra del castellano y en «agradar», ambas derivadas del latín. La raíz indoeuropea con la que se relaciona es *gwerə-, que se traduce como «alabar en voz alta».
La verbigracia en el latín
El año en el que fue recogido este término en un diccionario de español fue el 1739. Casi cinco décadas más tarde apareció en el diccionario de Terreros y Pando la grafía verbigratia, que no se corresponde con ninguna palabra latina, a pesar de que posteriormente haya aparecido en algunos textos como resultado de una traducción incorrecta de alguna lengua romance (como ser la nuestra) de vuelta al latín.
Hay quienes se apoyan en textos escritos en latín para defender la existencia de dicho término, pero al parecer se trata de errores muy comunes del latín científico de los últimos siglos, que se vio plagado de licencias bastante alejadas de las reglas lingüísticas y de defectos de forma con resultados que se alejaban bastante de los orígenes de la lengua. Como se menciona en el párrafo anterior, la influencia de las lenguas más modernas en estas obras es innegable y dio lugar a estos errores.