La noción de web se emplea para nombrar a una red informática y, en especial, a Internet. La idea de web 3.0 alude a una especie de extensión o de formato particular de la red tradicional.
Es importante tener en cuenta que el concepto no tiene una definición concreta, sino que suele ser motivo de debate entre especialistas. En principio, para entender qué es la web 3.0, hay que conocer a qué se refieren las dos “versiones” anteriores de la web.
La evolución de Internet
La web 1.0 es Internet en su sentido clásico: una red descentralizada de computadoras (ordenadores), vinculadas a través de un protocolo específico. Ingresar al sitio web de un diario sería un ejemplo del funcionamiento típico de la web 1.0: la información se encuentra en una computadora y los usuarios, a través de otro equipo, acceden a una copia de la misma para leerla de forma local.
La web 2.0 se vincula a los servicios que permiten compartir datos e interactuar con gran facilidad. Las redes sociales y las plataformas de colaboración constituyen la base de esta evolución de Internet.
Qué es la web 3.0
La idea de web 3.0, en este contexto, está relacionada a lo que se conoce como web semántica. Los usuarios y los equipos, en este marco, pueden interactuar con la red mediante un lenguaje natural, interpretado por el software. De esta manera, acceder a la información resulta más sencillo. Dicho de otro modo, todos los datos alojados en la web 3.0 deberían ser “entendidos” por las máquinas, que podrían procesarlos con rapidez.
La web 3.0, en definitiva, está relacionada con la inteligencia artificial. Los sitios web incluso tendrían la capacidad de conectarse entre sí de acuerdo a los intereses del usuario.
Diferentes visiones
En primer lugar, la razón de que no exista una definición formal o bien una única definición de web 3.0 se debe a que muchas personas están trabajando en su propia visión del futuro de Internet, por lo cual cada una espera diferentes cambios y mejoras en la experiencia de navegación por la red.
Retomando la evolución de Internet, podemos decir que en un principio cada sitio tenía su propia información y no la compartía con otros: texto e imágenes, por ejemplo, que formaban parte del código mismo y, por lo tanto, eran indivisibles de la página en la que se mostraban.
Las bases de datos lo cambiaron todo, ya que el contenido se desprendió de las páginas para ser publicado en tantos sitios como las leyes lo permitan; tan sólo la posibilidad de enseñar a nuestros amigos el artículo o el vídeo que acabamos de disfrutar a través de las redes sociales habría parecido imposible a comienzos de los 90, y por eso es necesario hablar de web 2.0 cuando se hace referencia al dinamismo de los datos. El paso siguiente, como ya se puede apreciar en ciertos casos, es mejorar la accesibilidad.
La web 3.0, más accesible
Una de las barreras que la web 3.0 intenta derribar es la necesidad de operadores humanos para evaluar y administrar el contenido en Internet. Esto no es nuevo, ya que varias compañías, entre las que destaca Google por la popularidad de sus productos, llevan años investigando y desarrollando tecnologías de inteligencia artificial para volver la navegación cada vez más fluida y enriquecedora.
Actualmente podemos acceder a Internet desde un sinfín de dispositivos diferentes, y esta variedad acarrea muchos desafíos nuevos para los desarrolladores, tanto en lo que hace a la estética de los sitios web como en las cuestiones técnicas relacionadas con las aplicaciones y la transferencia de datos. La web 3.0 apunta a que todos podamos disfrutar de la información y de las herramientas de Internet sin importar el aparato a través del cual nos conectemos, ya que busca una flexibilidad y una versatilidad que superen las barreras del formato y la estructura.