Los aerobios son los organismos que requieren de oxígeno para vivir. El término también puede emplearse como adjetivo respecto a aquello que necesita oxígeno o que cuenta con este gas.
Lo opuesto a lo aerobio es lo anaerobio. En este caso, los organismos anaerobios (que también pueden mencionarse como anaeróbicos) no emplean oxígeno en sus actividades metabólicas.
Surgimiento de los organismos aerobios
El proceso evolutivo que derivó en el desarrollo de la aerobiosis comenzó en la fotosíntesis oxigénica. En esta fotosíntesis, el agua aporta electrones y produce la liberación de oxígeno a modo de subproducto del proceso. Esta fotosíntesis comenzó a enviar una gran cantidad de oxígeno a la atmósfera. Los organismos aerobios, aprovechando la energía liberada a partir de la oxidación de diferentes sustancias, lograron establecerse como dominantes en el planeta.
Se llama aerobiosis al proceso que, a través de la respiración celular, permite emplear el oxígeno para lograr la oxidación de grasa, azúcar y otras sustancias, de manera que se genere energía. Las plantas y los animales, de este modo, son organismos aerobios. A través de la respiración, los seres vivos absorben el oxígeno de la atmósfera y liberan dióxido de carbono. Si nos centramos en el caso del ser humano, la respiración implica la inhalación y la exhalación de aire, un proceso que permite la respiración celular, la hematosis y el aporte de oxígeno a las diferentes células del organismo.
El proceso conocido con el nombre de hematosis, por su parte, tiene lugar en los organismos aerobios con el objetivo de intercambiar gases entre la sangre de los animales y el ambiente exterior, para eliminar el dióxido de carbono y fijar el oxígeno, a lo largo de la respiración. Esto se da sin consumo de energía y a favor del gradiente de presión parcial, o sea que se genera por difusión simple; por esta razón, un punto clave de la hematosis es la presión parcial del oxígeno exterior, y su variación repercute en las características de la respuesta del organismo.
Sistemas de hematosis
Los organismos aerobios han desarrollado varios sistemas de hematosis, que son los siguientes:
* cutáneo: esto se puede apreciar en los equinodermos, los anélidos y los anfibios. Es importante distinguir entre la piel, por medio de la cual se produce el intercambio gaseoso, y el tegumento corporal, el cual realiza la configuración de la estructura respiratoria. La piel debe poseer un grosor muy escaso y un alto nivel de humedad;
* traqueal: la tráquea es un órgano presente en los onicóforos y los artrópodos terrestres. Se conoce como sistema traqueal a un conjunto de tubos huecos conectados entre sí de manera progresiva, comenzando por los que tienen el menor diámetro;
* branquial: el órgano conocido como branquia o agalla se encuentra en muchos animales acuáticos, y sirve para la extracción del oxígeno y la transferencia al medio de dióxido de carbono;
* pulmonar: este sistema es el que nos permite llevar a cabo el metabolismo aerobio, y da lugar a la ventilación pulmonar, un grupo de procesos que propician el flujo de aire entre los alvéolos pulmonares y la atmósfera, por medio de la inspiración y la espiración.
Metabolismo aerobio, un proceso esencial
Para nuestra especie, la respiración (que también se conoce con el nombre de metabolismo aerobio) es un proceso esencial para nuestra vida, y lo hacemos de forma involuntaria, constantemente, desde que nacemos hasta que morimos
El hecho de que no debamos tomar una decisión activa para llevarla a cabo puede explicar que prestemos tan poca atención a la pureza del aire; a través de la mayoría de nuestros hábitos contribuimos directa o indirectamente con la contaminación ambiental, y esto repercute de forma negativa en nuestra salud.
Cabe destacar, por último, que la aerobiología es la especialización de la biología que se centra en el análisis de las partículas de tipo orgánico que se desplazan pasivamente por la acción del aire.