Afán es un concepto que puede utilizarse de distintas maneras. De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), el término podría proceder de afanar, un verbo que puede aludir a consagrarse al trabajo, a realizar una actividad con esfuerzo o a robar.
El afán, por lo tanto, puede ser una labor ardua, el cansancio que deriva de alguna acción o un anhelo o aspiración. Por ejemplo: “Te pido disculpas, lo hice sin afán de molestarte”, “Los investigadores creen que el asesino actuó con afán de venganza”, “Trabajé con afán durante quince años para comprar esta casa”.
Un concepto formal
Se trata de una palabra no muy usada en el habla cotidiana, sino más bien presente en la lengua escrita. En el primer ejemplo, quizás resulta más común el sustantivo intención («lo hice sin intención de molestarte»), aunque tal vez sea aún más normal decir «no quise molestarte».
El segundo, por su parte, puede formar parte de un informe policial o de un artículo periodístico, por lo cual se espera el uso de un vocabulario más formal; si, en cambio, fuera parte de una conversación, quizás dirían «el asesino quería vengarse». Vemos que en ambos casos el término afán describe un objetivo que el sujeto quiere lograr; del mismo modo, la persona que trabajó con afán se esforzó porque quería comprarse una casa con todas sus ganas.
Ejemplos de uso del término afán
Supongamos que un joven que sufre un accidente ferroviario pierde una pierna. Tras un primer periodo de recuperación, el muchacho se propone recuperar su vida habitual. Por eso se esfuerza para aprender a caminar con muletas y aprende a conducir utilizando una sola pierna. Además comienza a colaborar con una ONG que asiste a personas discapacitadas para contar su experiencia y ayudar a otros a recuperarse. Ante todas estas situaciones, puede decirse que el joven ha mostrado su “afán de recuperación”: es decir, su deseo de no dejarse vencer por las adversidades y de seguir progresando pese a las limitaciones físicas.
Un dirigente político, por otra parte, puede ser criticado por su “afán de riqueza”. En este caso, se considera que el político en cuestión no tiene vocación, ya que no pretende contribuir al desarrollo de su comunidad sino que, por el contrario, busca enriquecerse. Así, esta persona utilizaría la actividad política solo para ganar dinero.
Una aspiración
Si nos centramos en la acepción del término afán que lo define como una aspiración o un deseo muy profundos de lograr un objetivo, podemos decir que a menudo es el afán de conseguir nuestros propósito lo que nos mueve, aunque a veces nos lleve por mal camino. Por ejemplo, es común que en el afán de ayudar a alguien terminemos empeorando su situación, simplemente por no haber elaborado un plan consistente o por no haberle preguntado si realmente nos necesitaba.
La paternidad es una de las labores más difíciles y delicadas de nuestra especie, y no es raro que los hijos les reprochen a sus padres no haber hecho las cosas bien, incluso cuando éstos obran con buena voluntad. Podemos decir, por lo tanto, que muy a menudo los padres se equivocan en el afán de orientar a sus hijos, y consiguen que éstos se pongan en su contra y hagan exactamente lo opuesto a sus deseos.
Afán de lucro
Según algunas fuentes, es posible utilizar la expresión afán de lucro como sinónimo de ánimo de lucro, fines de lucro o lucratividad, las cuales se definen como el deseo de percibir una ganancia económica, una ventaja o un provecho a través de una actividad comercial o un emprendimiento, entre otras posibilidades.
Por otro lado, están quienes aseguran que el término afán agrega un peso o una intensidad extra, con lo cual esta expresión habla de una actitud más enfocada en los beneficios que las demás.