La agricultura es el conjunto de procesos y saberes que permiten labrar y cultivar la tierra. El adjetivo extensivo, por su parte, califica aquello que es posible extender a otras cosas.
La idea de agricultura extensiva, en este marco, se vincula a la explotación agrícola que no pretende maximizar el rendimiento del suelo mediante el uso de agroquímicos o de infraestructura, sino que apuesta por la utilización de los recursos que la naturaleza ofrece en la zona. Por eso la agricultura extensiva es lo contrario a la agricultura intensiva, que implica un uso intenso de recursos (insumos, trabajadores, etc.) para incrementar el rendimiento por hectárea.
Características de la agricultura extensiva
La agricultura extensiva, por lo tanto, brinda un rendimiento escaso por hectárea pero, al desarrollarse en terrenos muy amplios, permite obtener una producción grande. Aunque muchas veces se trata de una agricultura ecológica, sin productos químicos, en ocasiones este sistema de explotación tampoco respeta el medio ambiente.
En los casos en los que el productor no dispone de dinero para invertir en tecnología o el suelo es pobre, es habitual que se desarrolle la agricultura extensiva. La extensión del terreno permite obtener un buen rendimiento por unidad de trabajo, aún cuando el rendimiento por hectárea sea muy reducido.
La intención de obtener un rendimiento elevado en el corto plazo hace que las explotaciones industriales se vuelquen a la agricultura intensiva, utilizando grandes maquinarias, fertilizantes y plaguicidas químicos y avanzados sistemas de riego. Más allá de esta elección, la agricultura extensiva ofrece mayor sostenibilidad en el tiempo.
Irrigación natural
Se denomina agricultura de secano a la cual no depende de la irrigación del campo por parte del ser humano, sino que aprovecha el agua proveniente de la lluvia de forma exclusiva. Sobra decir que una práctica de este tipo encaja a la perfección en el esquema de agricultura extensiva, que no busca por todos los medios aprovechar cada centímetro cuadrado de terreno.
El clima preferido para su aplicación es el tropical, y podemos encontrarla en varias regiones del continente americano, así como en Asia, África y en la península Ibérica.
Cultivos más habituales de la agricultura extensiva de secano
En la región mediterránea, la cual conforman África septentrional, Asia occidental y Europa meridional en torno al mar Mediterráneo, los cultivos más comunes de la agricultura extensiva de secano son los siguientes:
* cereales: trigo, cebada, mijo, centeno y avena;
* legumbres: guisantes, cacahuetes, habas y garbanzos;
* árboles frutales: olivo, almendro y albaricoquero;
* hortícolas: melones, cebollas y tomates.
A esta lista podemos sumar árboles como el algarrobo, cuyo fruto es muy usado tanto en la gastronomía como en la alimentación de los animales, y la vid, de una importancia incalculable en la industria ya que permite la fabricación de vino. Precisamente, los tres cultivos más importantes del Mediterráneo son la vid, los olivos y el trigo.
Si nos enfocamos en las aceitunas, por ejemplo, las que se cultivan de esta forma poseen un rendimiento mayor que las de regadío; la razón es que al no tener tanta agua, su contenido de aceite es más alto.
Los puntos débiles
Este tipo de agricultura extensiva recibe diferentes nombres en cada parte del mundo: en Chile, por ejemplo, se denomina agricultura de rulo; en el hemisferio norte, por otro lado, es común encontrarla como agricultura de temporal, y se practica entre los meses de abril y septiembre.
Claro que, como todos los métodos y sistemas, la agricultura extensiva de secano tiene sus puntos débiles y no es adecuada para cualquier tipo de cultivo ni para cualquier productor. Una de sus desventajas más evidentes es la posibilidad de que se retrasen las épocas de lluvia, algo que puede resultar fatal para la siembra y derivar en problemas sociales tales como la hambruna.