La noción de antiviral hace referencia a un fármaco que, por sus propiedades, se emplea para luchar contra un virus. El término se utiliza como sinónimo de antivírico.
Tratar infecciones virales
Una infección viral, por lo tanto, puede ser tratada con un antiviral. Es importante tener en cuenta que cada clase de virus debe ser combatida con el antiviral apropiado.
Por lo general los antivirales no causan daños al huésped. De este modo, el uso de antivirales ofrece un cierto grado de seguridad, aunque existen excepciones.
La genética
El desarrollo de la genética permitió el surgimiento de los antivirales. Al conocer el funcionamiento molecular de los virus, los científicos lograron comprender su estructura y descubrieron, en muchos casos, como desactivarla.
Para la creación de los primeros antivirales, se realizaban pruebas de ensayo y error: se cultivaban poblaciones celulares a las cuales se las infectaba con un virus específico y luego se introducían sustancias químicas para estudiar su efecto. Cuando fue posible describir secuencias genéticas, se empezó a saber qué moléculas particulares se necesitaban para atentar contra la estructura viral.
Estrategia de desarrollo
Desde los inicios del desarrollo de estas sustancias, los científicos dedicados al diseño de antivirales han probado diferentes estrategias para atacar de manera efectiva a los virus en cada una de las fases de su gripe de vida. Éstas no siempre son iguales, ya que varían de acuerdo con la especie, pero sí es posible reconocer un patrón común para todos, que veremos brevemente a continuación:
* el virus libera sus genes y, en algunos casos, sus enzimas en la célula que está invadiendo;
* comienza a replicar sus componentes usando la maquinaria celular de su huésped;
* ensambla los componentes en partículas que se pueden considerar completas a nivel vírico;
* libera dichas partículas para conseguir la infección de otras células, y de este modo volver a la primera fase.
Como puede intuirse, no hay un momento más adecuado para atacar al virus que en su primera fase. De hecho, a través de la vacunación la medicina ha conseguido hacer esto mismo. En el pasado, las vacunas incluían versiones debilitadas o sin vida del patógeno que combatían; sin embargo, en los últimos tiempos comenzaron a diseñarse con las proteínas de los mismos. Su acción consiste en estimular nuestras defensas sin provocar graves daños, con el objetivo de prepararlas para reaccionar ante la verdadera infección con la mayor efectividad posible.
Dado que las vacunas no son aplicables en la mayoría de los casos en los que la infección ya ha tenido lugar, la importancia de los antivirales es considerable. La idea general de estas sustancias es «engañar» al virus, tenderle una trampa para que se bloquee o se destruya siguiendo su camino natural. Una de las estrategias de los investigadores consiste en impedir que el virus ingrese a la célula. La fase en la que esto tiene lugar se puede inhibir por dos caminos diferentes:
* con agentes similares a las proteínas que se asocian al virus, que actúen como anticuerpos o antirreceptores, entre otros;
* con agentes parecidos al receptor, que tengan una función similar a los anteriores.
Ejemplos
Un ejemplo de antiviral es el oseltamivir. Este fármaco, comercializado con el nombre de Tazamir o Tamiflu según el laboratorio, es efectivo para enfrentar al virus de la influenza, que provoca la gripe. El oseltamivir es un antiviral que se administra por vía oral.
El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), en tanto, es tratado con el suministro de antivirales que atacan al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Estas sustancias son calificadas como antirretrovirales, ya que permiten combatir a retrovirus como el VIH y otros.