La noción de ápeiron se utiliza en el terreno de la filosofía. Se trata de un concepto acuñado por Anaximandro de Mileto, quien vivió en la Antigua Grecia entre 610 antes de Cristo y 545 a. C.
Lo infinito
Para este filósofo, el ápeiron es lo indeterminado e infinito que constituye la esencia del arché o arjé: el primer elemento de las cosas o del universo. El ápeiron, de este modo, es el principio de la totalidad de las cosas existentes.
Anaximandro sostenía que el ápeiron no es un elemento material, sino algo vinculado a lo sempiterno. No es posible circunscribir el ápeiron al espacio ni al tiempo.
El ápeiron carece de límites y forma y resulta indestructible. El pensador griego afirmaba que es inengendrado y que, a su vez, de él se engendran las cosas. De acuerdo a cada ciclo, todo surge y regresa al ápeiron.
Las sustancias
Siguiendo con el pensamiento de Anaximandro de Mileto, del ápeiron nacen los elementos de los cuales surgen las sustancias. Además de ser el principio de lo conocido, actúa como regulador al estructurar el universo y lograr un equilibrio.
Al ser la esencia original, el ápeiron está presente en todas las sustancias. Sus leyes incluso inciden en los dioses, que están sometidos a sus normas.
Es importante mencionar que Anaximandro forjó la idea de ápeiron a partir de Tales de Mileto, quien postuló que el agua era el principio de todo. Anaximandro advirtió que, al ser tangible, el agua debía estar subordinada a algo más. También consideró que el aire y el fuego, por ejemplo, podían alterarla. A partir de esta visión, pensó en el ápeiron como el punto de partida.
El origen, los opuestos y la injusticia
En la teoría de Anaximandro con respecto al ápeiron encontramos una serie de aspectos interesantes que, dependiendo del punto de vista desde el que se estudien, nos brindan diferentes interpretaciones. Volvamos por un momento a la idea de Tales de Mileto acerca del agua: como mencionamos antes, Anaximandro no creía que otra cosa tangible pudiera crearla, y esta necesidad de dar con el origen de todo lo tangible lo llevó a imaginar este concepto.
Ya que hablamos del agua, del aire y del fuego, podemos pensar también en otros elementos que se presentan como opuestos en la naturaleza de una manera más evidente; por ejemplo, el frío y el calor. Aquí estamos ante dos cosas que, siguiendo con la teoría de Anaximandro, también se originan en el ápeiron. Pero sus propiedades las vuelven un tanto particulares, ya que las oponen, no les permiten vivir en armonía. Y de este modo llegamos al concepto de «injusticia», la cual surge de ambas partes hacia la otra, no por un deseo de hacer anularse mutuamente, sino por la imposibilidad de conseguir un resultado diferente.
Ahora bien, no debemos dejar de lado otra de las tantas interpretaciones que se pueden hacer del ápeiron, de acuerdo con la cual todo se origina en él pero luego existe fuera, en otro plano. De este modo, el frío y el calor vivirían esta eterna batalla de injusticia ya sin formar parte de este infinito creador. Sin embargo, también están quienes creen que para Anaximandro todo existía en el interior del ápeiron, que nada podía salir de ese espacio, ya que representa «el todo» y «la nada» a la vez.
En cualquiera de los dos casos, la muerte, el final de la existencia también se relaciona con el ápeiron, ya sea que nos lleve a volver a él o que ocurra allí mismo, donde fuimos creados. La injusticia aparece una vez más si pensamos que la muerte es un opuesto contra el que luchamos mientras dura nuestra existencia, y que nos vence (nos «hace injusticia») cuando ésta se acaba.