La omisión de letras o sílabas se puede representar con el apóstrofo.
El concepto de apóstrofo procede del latín tardío apostrŏphus, a su vez derivado del vocablo griego apóstrophos. Se trata de un signo de la ortografía que, en nuestra lengua, se emplea para enlazar dos términos marcando la supresión de un sonido.
TemasComa elevada
El apóstrofo es una coma elevada («), aunque también puede aparecer como una comilla de cierre (’). Sirve para señalar la elisión de una letra, simular una determinada pronunciación asociada a un dialecto o mostrar la eliminación de algún fonema por motivos relacionados con la métrica.
Veamos un caso de uso del apóstrofo. Muchas veces, en el lenguaje coloquial de algunas regiones, la palabra “para” se pronuncia “pa” (es decir, se eliminan las dos últimas letras). Por esta razón, suele escribirse “pa»” con el propósito de explicitar dicha eliminación. Por ejemplo: “Voy pa» lo de mi tía a almorzar”, “Está fresco pa» chomba”, “¿Pa» qué quieres que llame a Juan, si no tengo nada pa» decirle?”.
Otras palabras que suelen pronunciarse en el habla cotidiana con ciertas omisiones son los participios. En este punto debemos distinguir dos casos: cuando se omite la letra D (la penúltima del participio); cuando se eliminan las últimas dos o tres letras, es decir, su desinencia completa. De este modo encontramos «estoy cansa»o» y «eres una desalma»». Nótese que en el masculino se conserva la letra O, mientras que en el femenino se quita siempre la A («cansa»», «desalma»o»).
Otros idiomas
En otros idiomas, el apóstrofo sirve para realizar distintas contracciones. Uno de los usos más habituales es “I»m” en la lengua inglesa (por “I am”). Es posible expresar “I»m John” o “I am John” (“Soy John”). Nótese que mientras que el inglés exige la presencia del pronombre «yo», en español es incorrecto su uso en este caso, ya que basta con la conjugación del verbo «ser» para entender de qué persona se habla, quién ejecuta la acción.
El apóstrofo también puede usarse para mejorar la transliteración de ciertas lenguas, es decir, la adaptación de palabras extranjeras a nuestro alfabeto, incluso cuando ciertos sonidos se pierdan en el proceso. Tomemos el caso del hebreo y del árabe, en los cuales existe el concepto llamado oclusiva glotal; se trata de una consonante «sorda» que se pronuncia interrumpiendo el flujo del aire en la garganta. Para representar este fenómeno en español, usamos el apóstrofo.
Un ejemplo lo encontramos en el término árabe del mismísimo Corán, que nosotros debemos escribir qur»ān, su transliteración aceptada oficialmente. También tenemos Be»er Sheva, el nombre de la ciudad Beerseba transliterado del hebreo. El idioma guaraní, perteneciente a la familia tupí-guaraní y usada por millones de habitantes del Cono Sur americano, incluye el apóstrofo en su alfabeto para su uso como consonante oclusiva glotal.
Mientras que el apóstrofo es un signo ortográfico, el apóstrofe es una figura literaria.
El apóstrofe
Resulta importante no confundir el apóstrofo con el apóstrofe. El apóstrofo, como ya explicamos, es un signo ortográfico. El apóstrofe, en cambio, es una interpelación que se realiza, en segunda persona, de manera vehemente, ya sea a otro sujeto, a un objeto inanimado, a algo abstracto o incluso a uno mismo. Por lo tanto el apóstrofe suele considerarse como una figura retórica que interrumpe el discurso de forma abrupta para dirigirse a alguien.
Esta figura literaria, que se usa en el diálogo, también puede dirigirse a un ser que haya muerto o que no se encuentre presente en la misma escena. Para construir el apóstrofe se suele usar el imperativo o el vocativo. Es muy frecuente en las oraciones o plegarias, en las invocaciones y en los soliloquios. Fuera del ámbito de la literatura, también podemos encontrarlo en los discursos políticos, donde genera un efecto positivo en la receptividad del público cuando los dirigentes generan la impresión de estar hablando consigo mismos.
