Arraigo es el acto y la consecuencia de arraigar: afincarse de modo permanente, afianzarse, ganar firmeza o echar raíces. La idea de arraigo puede emplearse en distintos contextos.
En el lenguaje coloquial, el arraigo se suele asociar a consolidarse o a establecer una base en algún lugar. Por ejemplo: “Me instalé hace quince años en esta ciudad: tengo un arraigo muy fuerte y no quiero marcharme”, “El vudú tiene mucho arraigo en este pueblo”, “El sociólogo ha analizado el mecanismo de arraigo desarrollado por los inmigrantes que llegaron a estas tierras hace un siglo”.
Qué es el arraigo
Si bien en principio el arraigo es una respuesta natural por parte de un ser vivo a un determinado territorio que le provoca bienestar y seguridad, muchas veces se da por imposición de terceros y es entonces cuando se convierte en algo negativo, en una suerte de prisión que nos impide salir adelante. Las raíces deberían aferrarnos a un suelo sano y nutritivo, que nos provea de todo lo que necesitamos para crecer y volvernos fuertes; si, en cambio, nos mantiene pegados a una superficie yerma y tóxica, nuestro desarrollo se ve gravemente afectado.
En este contexto, podemos decir que la palabra desarraigo representa prácticamente lo opuesto, aunque existen muchos matices que los diferencian. En primer lugar, el diccionario de la Real Academia Española lo define como «separar a una persona del medio o sitio en el cual se ha criado, o bien romper los vínculos afectivos que le unen a ellos». Si bien esta acepción describe una acción dirigida a un tercero, es normal hablar del desarraigo que sentimos, o que nos ha llevado a sentir una situación o un hecho.
La noción de desarraigo
Las personas que se van de su país para buscar nuevas oportunidades laborales en el extranjero a menudo recurren al término desarraigo para expresar lo desvinculados que han llegado a sentirse a causa de no poder hablar su propio idioma o de no encontrar en los demás el grado de comprensión y complicidad que alcanzaban con naturalidad en su tierra natal.
Cabe mencionar que el desarraigo es algo mucho más complejo que una «herida» a causa de un corte; de hecho, hay quienes disfrutan de esta separación con el pasado y de la transformación que en ellos acarrea.
Arraigo en el ámbito judicial
El concepto de arraigo aparece de diferentes maneras en el plano judicial. En algunos países, se llama arraigo a la notificación que, en el marco de un proceso legal, se realiza a un individuo advirtiéndole que no puede salir de su población ya que ,de lo contrario, será castigado. Algo similar ocurre con la fianza de arraigo, la cual se puede exigir a ciertos litigantes, en especial si son extranjeros y han demandado a una persona española, para que no se ausenten del juicio y puedan responder a sus resultas.
El arraigo o arraigo domiciliario, en este sentido, es una medida cautelar que pide la Fiscalía o la Procuraduría General y que otorga un juez para que un sospechoso quede a su disposición mientras se reúnen las pruebas suficientes para certificar su probable responsabilidad en un delito. El arraigo se pide cuando existe el riesgo de fuga del posible delincuente.
Inmuebles, religión y ballet
Aunque no es tan común en el habla cotidiana, otra de las acepciones del término arraigo hace referencia a la posesión de bienes inmuebles. Este significado se puede apreciar en expresiones como «tener arraigo» y «persona de arraigo».
En España, se denomina notorio arraigo a un estatus que puede reclamar una comunidad religiosa a las autoridades nacionales. Este estatus jurídico acredita que una cierta confesión se encuentra instalada en el territorio nacional y que tiene una presencia destacada.
“Arraigo”, por último, es el título de un ballet compuesto por Jerónimo Maesso y dirigido por Víctor Ullate que se estrenó en 1988.