Una auditoría interna es un proceso de supervisión que apunta a la detección de errores y fallas en los procedimientos de una entidad. Se trata de un mecanismo de control que consiste en examinar, de forma ordenada, metodologías y prácticas con el objetivo de mejorarlas y de confirmar que cumplan con determinados criterios o normas.
Cabe destacar que se denomina auditoría a la inspección sistemática de una situación u operación para determinar si respeta los preceptos y las reglas que le corresponden. Lo interno, en tanto, es lo interior: aquello que es propio.
Por lo tanto, una empresa que lleva a cabo una auditoría interna busca minimizar su riesgo operativo, garantizar el correcto cumplimiento normativo y optimizar su funcionamiento general. Los informes de auditoría ofrecen información valiosa para una evaluación de la efectividad operacional, aunque el análisis puede centrarse en áreas o procesos específicos.
Función de la auditoría interna
Los procedimientos de auditoría interna ayudan a satisfacer requerimientos normativos y a alcanzar las metas corporativas. Hacen posible una evaluación constante de tareas, trabajos, técnicas, etc., a fin de detectar problemas o inconsistencias.
Los resultados de las pruebas de auditoría indican qué debe cambiarse o eliminarse. Por eso estas implementaciones son muy útiles para el gobierno corporativo.
Esa mejora que propicia una auditoría interna contribuye a agregar valor. Por otro lado, estas supervisaciones favorecen la transparencia y ayudan a determinar responsabilidades con precisión.
Su desarrollo
Es importante tener en cuenta que una auditoría interna no es un procedimiento obligatorio. Surge de la voluntad y el convencimiento de los directivos, a diferencia de lo que ocurre con las auditorías externas (obligatorias para ciertas empresas en función de su tamaño y otras características).
Una vez decidida su puesta en marcha, un plan de auditoría interna tiene que desarrollarse con objetividad. Sin la independencia del auditor, no puede garantizarse que el monitoreo continuo incluya una supervisación exhaustiva y adecuada de todos los sectores que deben examinarse. La imparcialidad es esencial para que cuestiones personales no intervengan en la investigación.
Los auditores internos, de todas formas, son empleados de la organización. Su tarea exclusiva y específica es el desarrollo de la auditoría, con lo cual no participan de las labores productivas, administrativas, comerciales o de otra índole que realiza la firma en su día a día. Los auditores internos deben poseer conocimientos teóricos, habilidades técnicas y, por supuesto, una ética intachable.
En ciertos casos, no obstante, la auditoría interna se encarga a profesionales externos (es decir, a expertos que no son empleados). Por eso se habla de una auditoría interna externalizada.
Tipos de auditoría interna
Aunque puede aludirse a la auditoría interna en un sentido amplio, es habitual que se circunscriban las indagaciones por actividad o área. Así las pruebas de auditoría se orientan a cuestiones o temas particulares.
La auditoría de estados financieros se lleva a cabo tras la finalización de cada ejercicio contable. Este análisis financiero revisa las cuentas y los resultados.
La auditoría de cumplimiento inspecciona el respeto por las políticas y las reglas de la propia compañía. De esta manera, se puede advertir si algún integrante no está actuando a tono con la cultura corporativa.
Con una auditoría operativa, por otro lado, se pretende revisar los procesos centrales de la firma. Esto es relevante para examinar cómo se están utilizando los recursos disponibles.
La auditoría de recursos humanos, en tanto, se centra en la gestión de los trabajadores. Puede inspeccionar desde el cumplimiento de la legislación laboral por parte de la empresa hasta el desempeño de los empleados.
La auditoría energética, la auditoría ambiental, la auditoría de cadena de suministro y la auditoría de calidad de servicio son otros tipos de auditoría internas que pueden ejecutarse.
Las etapas
El desarrollo de una auditoría interna se realiza en etapas. La primera fase consiste en la identificación de los sectores o procesos que se quiere controlar ya que, como indicamos más arriba, las auditorías pueden orientarse a aspectos específicos.
Luego debe fijarse un cronograma: esto es clave para que sea posible examinar el avance del procedimiento y para informar a los responsables de las distintas oficinas cuándo tienen que preparar y exhibir la documentación a estudiar. Hecho esto, se inicia el trabajo propiamente dicho.
Cuando el auditor interno completa su labor, que incluye la revisión de documentos, entrevistas y cuestionarios a trabajadores y directivos y la observación de prácticas, debe dar a conocer los resultados. Esta fase contempla la entrega de un informe con recomendaciones.
La última instancia de la auditoría interna consiste en un seguimiento para implementar las mejoras y evaluar sus resultados.
Errores habituales en una auditoría interna
Es posible mencionar varios errores que ocurren con frecuencia al llevarse a cabo una auditoría interna. Una falla común es no realizar la planificación correspondiente, lo que lleva a que no puedan cumplirse los plazos o que incluso el proceso termine fracasando.
Una recopilación deficiente de documentos y pruebas es otra de las falencias. Sin estos registros, no puede realizarse el control apropiado. En otros casos, el fallo aparece en la etapa del seguimiento: no se aplican correctamente las recomendaciones.
No puede dejar de mencionarse que muchas veces el inconveniente se encuentra en el propio auditor interno. Si no dispone de la formación profesional necesaria, no es objetivo o comunica mal, el resultado del proceso distará de ser óptimo.