El concepto de bestia tiene varios usos. La primera acepción que menciona el diccionario de la Real Academia Española (RAE) hace referencia a un animal de cuatro patas.
Si nos centramos en esta definición, podríamos afirmar que un perro, una vaca o un gato son bestias. Sin embargo, es más habitual que la noción se emplee para aludir a los animales de carga, como un caballo o un buey. Por ejemplo: “Pobre bestia, ya está agotada de tirar de ese carruaje”, “Necesito tres o cuatro bestias para trasladar los materiales hasta el galpón”, “Sujeta el arado a la bestia para comenzar a trabajar”.
Bestia como sinónimo de animal
En el campo es muy común el uso de animales para los trabajos que exigen más fuerza, resistencia, potencia o velocidad de las que el ser humano es capaz o está dispuesto a invertir. Este tipo de explotación es lamentable y contradictoria con nuestra supuesta superioridad intelectual: ¿qué clase de ser superior trata de forma injusta a los demás, se aprovecha de ellos por considerarlos inferiores? A pesar de los avances tecnológicos, que permiten hacer todas las tareas agrícolas con máquinas motorizadas, la falta de recursos y la ignorancia siguen dando lugar al sometimiento de criaturas inocentes.
La palabra bestia, como decíamos, también se utiliza respecto a los animales salvajes en general: “¡Esa bestia me quiso comer!”, “En el safari vimos todo tipo de bestias”, “Las bestias que viven en la selva no son malas: sólo buscan defender su territorio y alimentarse”.
Criaturas mitológicas y personas sin educación o modales
Más allá de los animales, se llama bestia a las criaturas mitológicas, los monstruos y otros seres de fantasía: “Cuando era chico pensaba que debajo de mi cama se escondían bestias malvadas”, “El minotauro era una bestia que habitaba en un laberinto”, “El niño se asustó al oír la historia de la bestia del sótano”.
Además se suele conocer como bestia al individuo que carece de educación, que no tiene buenos modales o que actúa con violencia y agresividad: “Eres una bestia: no entiendo cómo puedes cometer tantos errores ortográficos”, “No seas bestia, diles a los invitados que pasen”, “La bestia de Ramiro me empujó y me hizo caer al suelo”.
Bestia como elogio
Otra acepción de la palabra bestia hace referencia a la persona que tiene una o más habilidades fuera de lo común, y que cuando las exhibe la hacen parecer más que un ser humano, como si su capacidad no tuviese límites.
Por ejemplo, ante una cantante como Patti LaBelle, que en sus mejores recitales ha hecho gala de una voz potente y ágil, es común que muchos digan «esta mujer es una bestia». Si pensamos que las bestias salvajes no son inherentemente buenas ni malas, es más razonable este uso que el negativo, expresado en los párrafos anteriores.
Protagonista de un cuento célebre
Esta palabra también aparece en uno de los cuentos de hadas tradicionales más famosos de la historia, «La Bella y la Bestia», originaria de Francia. Se trata de una historia con diversas versiones y con un origen muy incierto. Algunos creen que apareció por primera vez en el libro titulado «El asno de oro» del escritor romano Apuleyo, quien nació en la primera mitad del siglo II; en tal caso, su nombre original habría sido Cupido y Psique.
Del mismo modo, hay más de una publicación que se disputa el primer puesto en popularidad e incluso en antigüedad, aunque aquí las fechas suelen ser decisivas. Mientras que Gabrielle-Suzanne Barbot de Velleneuve y Gianfrancesco Straparola llegaron antes al mundo editorial con sus recreaciones de «La Bella y la Bestia», la revisión de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, publicada en 1756, alcanzó más fama que las anteriores y ha sido traducida a muchas lenguas desde entonces.