Billete es un término que tiene varios usos de acuerdo al contexto. La acepción más común está vinculada al papel moneda: es decir, al documento impreso por las autoridades que se utiliza como medio legal de pago.
Por ejemplo: «Para adquirir este automóvil necesitarás muchos billetes», «Ayer me dieron un billete falso de diez pesos», «No tengo un solo billete: no sé cómo haré para comprar comida».
Historia del billete
Este concepto, en este sentido, es el billete de banco. Se trata del dinero fiduciario (basado en la confianza) que emite la autoridad monetaria de un país. Estos billetes se crearon para reemplazar o complementar las monedas metálicas, que resultan difíciles de trasladar y de almacenar en cantidades grandes.
Los primeros billetes fueron creados en el siglo VII en China. Recién en el siglo XVII fueron adoptados en el continente europeo, y en el siglo siguiente se expandieron por todo el mundo.
Del mismo modo que ocurría y continúa ocurriendo con las monedas de metal, que en su época se fabricaban en oro o plata, los billetes también sufrieron la inevitable falsificación por parte de quienes no desean obtener su propio dinero por medios legales y justos. Con el papel, la falsificación proliferó y se volvió más sencilla, en parte por suponer un coste mucho menor que en el caso de las monedas metálicas.
Medidas para evitar la falsificación
Con el objetivo de evitar las falsificaciones o al menos controlarla para reducir al mínimo su propagación, los bancos llevan varias décadas aplicando diversas medidas de seguridad, las cuales han ido evolucionando con el paso del tiempo para hacer frente a las ingeniosas tácticas de los falsificadores. Cabe mencionar que realizar marcas en los billetes o alterar su forma también puede dar lugar a una penalización.
En la actualidad, la elaboración de los billetes se lleva a cabo con fibras de algodón alargadas para conseguir un papel muy difícil de imitar; además, le aplican técnicas de impresión en varias capas, y así obtienen las marcas de agua, la tinta invisible y los hologramas, que permiten distinguir un billete falso de uno legítimo. Veamos a continuación algunas de estas medidas en detalle:
- Marca de agua: también se denomina filigrana y consiste la impresión de una o varias imágenes que se forman a partir de diferente niveles de espesor en el papel. Para poder apreciar una marca de agua es necesario mirar el billete a trasluz.
- Blanqueador: para evitar la falsificación con papel común, esta técnica se basa en el uso de papel sin blanqueadores ópticos para una parte del billete o bien para toda su superficie. Para detectarlo, se debe observar utilizando una lámpara de luz ultravioleta.
- Relieves: los mismos pueden apreciarse al pasar los dedos sobre el billete.
- Tinta ópticamente variable: este material cambia de color de acuerdo con el ángulo en el que incide la luz.
Aparte de algodón, es común que el papel moneda se elabore con fibras textiles tales como el lino. Algunos países los fabrican en polímero para incrementar su resistencia, y les agregan una pequeña capa transparente con un grosor de unos pocos milímetros, algo que resulta especialmente difícil de falsificar para los delincuentes menos experimentados y con pocos recursos. Esta técnica se aplica en México, Australia, Paraguay, Brasil, Guatemala, Hong Kong, Chile y Nueva Zelanda.
Otros usos del término billete
El concepto de billete también se emplea para nombrar al papel que otorga el derecho a utilizar un medio de transporte o a ingresar a un recinto y al boleto que documenta la participación de una lotería o de un sorteo.
«Mis padres me regalaron un billete de avión para conocer París», «Mañana voy a ir a comprar el billete de tren» y «¿Dónde está el billete? La rifa se realizará en unos minutos…» son expresiones que muestran estas acepciones.