La etimología de castrense nos lleva al latín castrensis, que refiere a aquello relacionado con el ejército o el campamento. Este vocablo, a su vez, deriva de castra (traducible como “campamento”).
Del ejército
Lo castrense, por lo tanto, está vinculado al ámbito militar. Se trata de un adjetivo que permite calificar a algo que pertenece al terreno del ejército o de las fuerzas armadas.
La idea de disciplina castrense, en este marco, alude a las normas de conducta que deben respetar los integrantes de una fuerza militar. Estas pautas estrictas permiten la regulación del comportamiento y establecen límites y obligaciones.
El alto mando castrense, en tanto, está formado por los máximos responsables de las instituciones militares. En él se incluyen a los oficiales de rango más elevado, quienes toman decisiones respecto a la dirección y la organización del ejército.
La educación castrense, por último, refiere a la instrucción que reciben quienes se incorporan a las fuerzas armadas. Esta formación contempla cuestiones académicas y técnicas, pero también valores específicos.
Algunos ejemplos
Veamos algunas oraciones de ejemplo para situar este término en contexto: “La institución castrense celebrará mañana su cuadragésimo aniversario con una cena de gala”, “Nuestra Constitución Nacional prohíbe la participación castrense en tareas de seguridad interna”, “El caso será analizado por la justicia castrense, que deberá tomar una decisión antes de fin de mes”.
Ordinatario castrense
Se conoce como ordinariato castrense a la Iglesia particular del catolicismo centrada en asistir espiritualmente a los fieles que se encuentran en la fuerza armada. Expresiones como curia castrense, obispado castrense, capellán castrense y arzobispo castrense, entre otras, aparecen con relación a esta entidad.
Ya desde hace más de mil años, la Iglesia comenzó a brindar ayuda a los militares cristianos en el plano del alma, por medio de sus diáconos y sacerdotes. A nivel jerárquico, estas dos figuras debían responder al capellán castrense. Si bien al principio la autoridad del obispo por sobre todos ellos era extrema, con el tiempo fueron adquiriendo una mayor libertad a la hora de tomar decisiones, comenzando en España, en la segunda mitad del siglo XVI, y más adelante en Austria y Cerdeña, en el siglo XVIII.
Luego del suceso histórico conocido como la toma de Roma, que puso fin a la unificación de Italia que supuso el Resurgimiento, la figura del capellán castrense fue perdiendo fuerza porque su vínculo con la Sede Apostólica había quedado demasiado frágil; finalmente, en 1878, dejó de existir. Esto cambió en el año 1915, cuando Italia entró en la Primera Guerra Mundial, ya que el mariscal de campo Luigi Cardona consiguió hacerla resurgir, asignando un capellán por regimiento. Poco tiempo después, surgió el obispo de campo, ante quien debían responder los capellanes de todo el país.
Arzobispado castrense
En España, el ordinatario militar se conoce como Arzobispado Castrense. La historia de este rol nos lleva a los comienzos del siglo XVIII, cuando Carlos de Borja Centellas Ponce de León asumió el cargo de vicario general. En 1762, comenzaron a usar el título de capellán mayor, como figura que estaba a cargo de la asistencia a soldados de todos los ejércitos.
Si bien este puesto ser mantuvo tras el concordato de 1851 con la Santa Sede, sobre el final de la Segunda República perdió validez en el campo militar. Fue recién en la segunda mitad del siglo XX que se restituyó en un nuevo concordato.
La jurisdicción del arzobispado castrense abarca los creyentes del ámbito militar que respeten el rito litúrgico latino, sin importar si se encuentran en un territorio extranjero, ya que no pierden su relación espiritual con la Iglesia de su país. Si bien este ordinatario cuenta con un clero a su disposición, también reciben la ayuda de sacerdotes asignados por los obispos para cumplir con sus obligaciones.