El diccionario de la Real Academia Española (RAE) reconoce dos acepciones del término changarro. La primera de ellas hace referencia a un cencerro: una campana metálica de tamaño reducido que se sujeta al pescuezo de un animal, por lo general una vaca.
Campana localizadora
El changarro contribuye a la localización del ejemplar que lo lleva. Gracias a su sonido, el ganadero puede encontrar e identificar a la res.
Changarro mexicano
La noción de changarro, por otra parte, se utiliza en México para nombrar a una tienda pequeña. Un changarro, en este sentido, es un tendejón con pocos productos. Los changarros son muy importantes para la economía. Muchos mexicanos viven de estos comercios que pueden vender diferentes clases de artículos.
Es habitual que se llame changarro a un puesto de comida callejera, incluso si es ambulante. Una gran cantidad de personas recurren cada día a los changarros para alimentarse y degustar tortas, tacos, empanadas, aguas frescas y otras opciones.
Más allá de funcionar de manera irregular en muchas ocasiones o de la inestabilidad del negocio, frecuentemente los changarros se convierten en la única salida laboral posible para miles de mexicanos, sobre todo jóvenes. Ante la imposibilidad de encontrar un empleo formal, numerosos individuos terminan invirtiendo sus ahorros o solicitando un préstamo para la puesta en marcha de un changarro.
De acuerdo a distintos informes, los changarros se vieron muy perjudicados por la pandemia de coronavirus. Debido a sus escasos recursos, cuentan con más dificultades que los comercios grandes para adaptarse a la nueva realidad y cumplir con las disposiciones sanitarias.
COVID-19 contra el changarro
Una de las situaciones que se presentaron con mayor frecuencia durante la pero época de la pandemia de coronavirus en los changarros de México fue un importante descenso en la clientela, la cual se vio reemplazada por un gran porcentaje de gente que se acercaba a pedir comida pero que no tenía dinero para pagarla. Esto llevó a los pequeños comerciantes del país a rozar la quiebra, aunque esta pesadilla económica no consiguió acabar con la solidaridad, la cual supo brillar por encima de la crisis.
Esto se enmarcó en el movimiento reconocido por el lema «Juntos Saldremos Adelante«, a través del cual muchas tiendas ayudaron a quienes más lo necesitaban. En particular hablando de los dueños de changarros, los cambios en los estándares sanitarios y los altos costes de operación impidieron a un gran número de empresarios volver a abrir sus tiendas, de manera que perdieron su única fuente de ingresos de un día para el otro, ignorados por su propio gobierno. A pesar de ello, el pueblo supo proteger uno de sus iconos culturales ante la falta de apoyo de los dirigentes.
El changarro lleva mucho tiempo ocupando un lugar irremplazable en la cultura de México, y ha sabido adaptarse a las diferentes modas comerciales una y otra vez. En un mundo ideal no deberíamos «eliminar» las buenas tradiciones para instaurar nuevas, sino que podríamos lograr que conviviesen en armonía. Volviendo a la campaña solidaria, el coronavirus empujó a mucha gente a pedir comida en los restaurantes y tiendas; algunos comenzaron a ofrecer decenas de comidas gratis por día, incluso superando las cincuenta.
Contra las amenazas de la COVID-19, la mayoría de los mexicanos que emprendieron nuevos negocios a lo largo de 2020 lo hicieron apostando por su tradicional changarro, algunos de los cuales llegaron a contar con diez empleados. En la mayoría de los casos se trata de grupos familiares que decidieron comenzar a trabajar por cuenta propia para hacer frente a la crisis. La situación más común durante esta etapa de florecimiento del changarro fue la pérdida del trabajo estable, que llevó a cientos de miles a autoemplearse.