El pájaro charlatán, perteneciente a la familia Icteridae
Un charlatán es un individuo que habla en exceso, por lo general sin que sus palabras tengan sustancia o contenido. El término tiene su raíz etimológica en el vocablo italiano ciarlatano. Por otro lado, también hace referencia a un pájaro de la familia de los tordos.
TemasMatices del significado
Existen distintos matices en el uso de la noción de charlatán. Alguien parlanchín y hablador, por mencionar una posibilidad, puede mencionarse como charlatán: “La maestra dice que mi hijo es muy charlatán”. En este caso, no hay una connotación demasiado negativa, sino que el adjetivo refiere a una característica de la personalidad.
En otras ocasiones, se define como charlatán a quien, por hablar tanto, es indiscreto: “No le cuentes nada a Mario que es un charlatán y te dejará expuesto”. Charlatán, por otra parte, puede ser quien tiende a disertar sobre asuntos que no conoce o que exagera: “Otra vez el charlatán del tío Jorge está dando sus teorías sobre la política nacional…”.
La acepción más negativa de charlatán, en tanto, se vincula al embaucador o estafador. El charlatán construye un discurso plagado de mentiras e inexactitudes para lograr concretar una venta u otro tipo de operación. Estos charlatanes apuntan a la persuasión para convencer de algo a su interlocutor: “El charlatán de la inmobiliaria me aseguró que la casa estaba impecable pero, luego de alquilarla, me di cuenta de todos los problemas que tiene la construcción”.
Como podemos apreciar, así como ocurre con otras palabras de nuestra lengua, «charlatán» puede ser un niño que habla mucho pero que no hace daño a nadie pero también un empresario sin escrúpulos que no duda en estafar o arruinar económicamente a alguien. Algo similar se aprecia con palabras como mentiroso, manipulador e incluso estafador. Cuando nos referimos a seres queridos o niños pequeños, muchas veces usamos términos exagerados para señalar ciertas actitudes suyas que emulan las de los adultos, aunque con un impacto considerablemente menor.
Algunos ejemplos
Para entender mejor el término, veámoslo en contexto: “Ayer me reuní con un potencial inversor pero me pareció un charlatán”, “Al final el mecánico resultó un charlatán ya que nunca logró solucionar el desperfecto de mi automóvil”, “¿Cuándo vendrás a verme? Ya has suspendido la visita en tres ocasiones. ¡Eres un charlatán!”.
A lo largo de estas tres oraciones podemos ver diferentes situaciones en las cuales el matiz del término suele apuntar a la mala voluntad de quien engaña a otro con sus palabras, aunque los resultados potenciales sean de diferentes magnitudes. Comencemos por el primero: el emisor comenta que se reunió con un empresario interesado en invertir, pero que luego de haberlo conocido opina que no es de fiar, que es un charlatán.
Un charlatán puede ser una persona estafadora, que engaña por medio de promesas.
En este caso, las consecuencias de hacer negocios con él pueden ser muy graves, ya que podrían poner en riesgo la estabilidad económica de su compañía. Un charlatán en este ámbito se debe evitar por todos los medios posibles. Pasemos al ejemplo del mecánico de automóviles: la mayoría de las personas confiamos en supuestos expertos de todos los campos para resolver nuestros problemas, desde la salud hasta la mecánica; si nos fallan o si nos prometen resultados que nunca llegan, perdemos dinero y tiempo. En el caso de un vehículo, podríamos incluso poner en riesgo nuestra vida.
El último de los ejemplos es más subjetivo, sobre todo porque en este caso no contamos con el contexto necesario para juzgar al interlocutor. El emisor lo acusa de «charlatán» por no haberlo visitado en mucho tiempo. Además, le dice que sabe que en tres ocasiones canceló la visita. Aquí no estamos frente a un perjuicio económico ni material, sino emocional, por lo cual el impacto puede ser aún mayor. Quizás la persona que no cumplió sus promesas tenga razones válidas, pero lo importante es que no se esforzó en darlas a la parte afectada.
