La idea de coevolución se emplea en el terreno de la biología para denominar a la adaptación mutua de dos o más especies de organismos vivos en el contexto de sus procesos evolutivos. Esta adaptación surge a partir de la influencia recíproca que las especies ejercen entre sí a través del parasitismo, la simbiosis, el vínculo depredador-presa y otras interacciones.
La coevolución supone que las modificaciones que se registran en una especie como parte de su evolución provocan una presión en la selección natural de otras especies. De manera simultánea, estas especies inician su adaptación a esos cambios e influyen en la evolución de la primera especie. En estos casos se habla de coevolución interespecífica.
Hay biólogos que también postulan la existencia de la coevolución intraespecífica, que alude a los cambios recíprocos que se producen en organismos que pertenecen a la misma especie. Estas modificaciones se registran en aparatos y sistemas en el marco evolutivo de la especie en cuestión.
Un concepto relacionado con el de coevolución es el mutualismo, un tipo de relación en la cual varias especies evolucionan hasta conseguir un beneficio mutuo.
Es importante tener en cuenta que la coevolución está vinculada a factores bióticos, y no a factores abióticos. La influencia del clima en el proceso de evolución, por ejemplo, no se considera como una coevolución entre una especie viviente y las condiciones climáticas.
Podemos encontrar casos de coevolución entre distintas plantas e insectos. Hay plantas que generan toxinas para evitar los ataques de insectos; sin embargo, algunas especies animales logran superar ese mecanismo defensivo, logrando con su evolución que las toxinas no las afecten. La planta, de este modo, comienza a elaborar otro tipo de toxinas.
Dependiendo del autor que estudie la coevolución, es posible identificar diferentes tipos, siendo la teoría de John N. Thompson, profesor de la Universidad de Illinois en el Departamento de Ecología y Biología Evolutiva, una de las más aceptadas ampliamente. El primer tipo que se suele describir es la coevolución denominada gen por gen; aquí se registran casos muy específicos, que se caracterizan por una selección mutua por parte de los genes, los cuales establecen las relaciones que tendrán las dos especies involucradas.
El segundo tipo se conoce como coevolución específica, y se trata de aquélla en la cual las especies poseen un rasgo especial que ha surgido como resultado de la adaptación para posibilitar la vida con otras especies. Esto se logra por medio de la combinación de rasgos recíprocos de especies que habiten en el mismo sitio, sin que exista evidencia alguna desde un punto de vista genético para justificar los rasgos.
En la coevolución gremial, por otro lado, un cierto número de especies funciona como un gremio: sus integrantes se relacionan con un grupo de otra especie, y esto da lugar a la aparición de muchos rasgos en ambas partes, nuevamente como resultado de la adaptación que atraviesan.
Existe un cuarto tipo de coevolución, denominado diversificante, cuyas interacciones son muy específicas y hacen que se produzca la especiación (un proceso gracias al cual una especie puede dar lugar a otras) y el aislamiento reproductivo. La coevolución diversificante puede generar altos números de especies que interactúen entre ellas.
Por último se encuentra el tipo de coevolución conocido como de escape y radiación, mencionada por los científicos Raven y Ehrlich en el año 1964. La misma establece que una planta se salva de que ciertos animales herbívoros la consuman si consiguen mutar de manera que puedan defenderse químicamente. A esta mutación le sigue la evolución del animal, el cual debe adaptarse y soportar dicha defensa para continuar alimentándose. Esto ocasiona una radiación de especies que afecta a ambas partes.
