Corifeo es un término que procede del vocablo latino coryphaeus, a su vez proveniente del griego koryphaîos. De acuerdo a la etimología, el término alude al jefe de un coro.
Líder del coro
En una tragedia griega, por lo tanto, el corifeo es quien dirige el coro. El concepto deriva de lo que sucedía en el templo de Dioniso: el corifeo era quien mejor cantaba y bailaba de cada grupo de jóvenes que se dirigía al templo en el marco de la festividad de la vendimia, con lo cual se convertía en el líder de su conjunto y en quien marcaba el paso.
Luego, en el teatro clásico, empezó a llamarse corifeo al director del coro. Ya no se trataba de un bailarín con destrezas ni de un animador, sino de alguien que se encargaba de guiar a los coristas.
En ocasiones el corifeo asumía la voz del coro y hablaba en su nombre; también podía repetir sus dichos o incluso responderle. El corifeo además podía desarrollar una interacción con los personajes que se encontraban en el escenario.
Otra acepción
De acuerdo a la Real Academia Española (RAE), por otra parte, el corifeo es el individuo que es apoyado o seguido por otros. Cuando aparece en plural (corifeos), la noción suele aludir a los partidarios o seguidores de una organización, un movimiento, etc. Por ejemplo: “Los corifeos del presidente se limitan a repetir sus palabras, sin reflexionar sobre ellas”, “El comunismo tiene muchos corifeos en estas tierras”, “El diputado apeló a su corifeo mediático para que las denuncias en su contra perdieran legitimidad”.
Esta dualidad en el significado ligada directamente al número del sustantivo resulta muy curiosa, sobre todo porque nos lleva a dos extremos aparentemente opuestos. En singular nos habla de un líder, de alguien capaz de influir en los demás con un carisma que pocas personas tienen; en plural, en cambio, de un individuo que probablemente carezca de dichas cualidades, y que se limite a hacer eco de lo que dicen otros que sí las tengan.
A lo largo de los tres ejemplos vemos casos como el descrito recién, de una repetición casi automática de lo dicho por un tercero. Cuando se habla de los corifeos de un presidente, las consecuencias pueden ser especialmente graves si éste promueve ideas como el racismo, el machismo o cualquier otra forma de discriminación, algo que se pudo apreciar antes y durante el mandato de Donald Trump, en Estados Unidos.
Con respecto a movimientos o ideologías, esta actitud suele darse en personas que no tienen conocimientos muy profundos o precisos, o bien que han desarrollado una suerte de obsesión por ellos y no son capaces de detenerse a pensar en sus puntos negativos o en las ventajas que traería llevarlos a la práctica. Por último, cuando los periodistas hacen las veces de corifeos, pueden manipular la información e influir en el público para llevarlo a pensar de una manera determinada.
Etimología
Como anticipamos al comienzo de este artículo, el origen de este término se encuentra en el griego, donde significaba «jefe», y luego llegó al latín. A grandes rasgos, incluso en nuestra lengua conserva la definición más amplia, que refiere a un individuo al que siguen otros a causa de sus ideas u opiniones, y que es un líder natural.
Ahondando un poco más, podemos ver que en griego había dos términos de los que supuestamente el latín tomó su versión: korufaisol y koryphaios, que se traducen como «jefe» y «líder de coro» respectivamente. A su vez, este último parece haber descendido de koryphé, que es «cima, punto más alto». Curiosamente, hay estudiosos que afirman que éstos surgieron del latín cornu, que significa «cuerno».