Correferencia es un concepto que se emplea en el terreno de la lingüística. Así se denomina al vínculo que se establece en distintos elementos lingüísticos que comparten el mismo referente.
Referencia de varios a uno
Puede decirse que una correferencia es un tipo específico de referencia. Se llama referencia, en este marco, a la relación existente entre una cierta expresión y aquello a lo que hace alusión.
En la correferencia, dos o más elementos lingüísticos refieren a lo mismo. En algunas ocasiones, uno de los elementos es tácito.
Ejemplos
Veamos un ejemplo: “Es un buen jugador, aunque su capacidad atlética es escasa”. En este caso, hay una correferencia entre “jugador” y “su”. La expresión “su capacidad atlética”, como se puede advertir, hace referencia al “(buen) jugador”. Es decir que se está hablando de la “capacidad atlética” del “jugador” mencionado en el primer tramo de la oración.
A continuación tomaremos como ejemplo una oración un poco más compleja: «Le hablé de tu situación a mi jefe y dijo que probablemente te llame». Aquí los dos elementos que tienen una referencia en común son le y a mi jefe. Estamos ante un caso de objeto indirecto (el cual solía recibir el nombre de complemento indirecto), una secuencia de palabras dentro de una oración que se enfoca en el receptor de la acción del verbo, el cual suele ser una persona pero también puede ser un animal o una cosa.
Las palabras claves en este caso son el pronombre clítico átono le y la preposición a. El verbo, hablar, está enfocado en mi jefe, razón por la cual se grafica tal dirección con la preposición; el pronombre, en cambio, sirve para reemplazar esta construcción si el receptor ya la conociera por contexto: «Le hablé y dijo que te llamaría» (se sobreentiende a quién se hace referencia). Volviendo al ejemplo del párrafo anterior, tenemos una correferencia porque están presentes los dos elementos, y apuntan a la misma persona.
Evitar repeticiones
Muchas veces la correferencia se utiliza para evitar las repeticiones. Un texto puede indicar: “Lionel Messi nació en Rosario. El jugador del FC Barcelona siempre se sintió atraído por el fútbol y mostró un talento innato, aunque nadie esperaba que el hijo de Jorge y Celia se convirtiera en una estrella mundial”. En este caso, “Lionel Messi”, “el jugador del FC Barcelona” y “el hijo de Jorge y Celia” mantienen una relación de correferencia, ya que señalan a la misma persona. Para la redacción, es preferible recurrir a la correferencia en lugar de reiterar tres veces “Lionel Messi” (“Lionel Messi nació en Rosario. Lionel Messi siempre se sintió atraído por el fútbol…”).
Si bien la correferencia puede resultar muy efectiva y conveniente para evitar la redundancia, es importante no excederse en el uso de sinónimos o construcciones que puedan reemplazar la original, ya que corremos el riesgo de sobrecargar el mensaje. Si volvemos al ejemplo anterior y lo reescribimos evitando la correferencia pero dejando el nombre del jugador al principio de la primera oración, el párrafo se entiende a la perfección. Para ello simplemente hacemos uso del contexto, algo que nuestro cerebro percibe y calcula de manera natural gracias a la formación lingüística.
Mientras no nos alejemos de la oración original, es decir, mientras permanezcamos en el mismo párrafo, y sobre todo, no hagamos mención de otro sujeto, no es realmente necesario usar sinónimos para que el receptor comprenda el mensaje. Incluso si necesitáramos hablar de otra persona, si su género fuera el opuesto podríamos aprovechar esta propiedad para distinguirlos mediante los pronombres, artículos y adjetivos, aunque en ese caso sí tendríamos una correferencia: «Juan vino a verme. Estaba Marta. Él se sorprendió, pero ella sabía que vendría».