Lo primero que vamos a hacer es determinar el origen etimológico del término deontología. En este sentido tenemos que establecer que emana del griego, pues es fruto de la suma de dos componentes de dicha lengua:
• «Deontos», que puede traducirse como «deber u obligación».
• «Logía», que es sinónimo de «estudio».
Qué es la deontología
Deontología es un concepto que se utiliza para nombrar a una clase de tratado o disciplina que se centra en el análisis de los deberes y de los valores regidos por la moral.
Se dice que el filósofo británico Jeremy Bentham fue el responsable de acuñar la noción. La deontología forma parte de lo que se conoce como ética normativa (la filosofía que indica qué debería considerarse como bueno y qué es lo que debería calificarse como malo). Esto quiere decir que cada profesión, oficio o ámbito determinado puede tener su propia deontología que indica cuál es el deber de cada persona.
Código deontológico
Lo habitual es que ciertas profesiones cuenten con un código deontológico, que es una especie de manual que recopila las obligaciones morales que tienen que respetar aquéllos que ejercen un trabajo.
Es importante destacar que la deontología analiza los deberes internos del individuo; es decir, aquello que debe hacer o evitar según lo que dicta su conciencia. Los valores compartidos y aceptados por la ética son recogidos por los códigos deontológicos.
La deontología médica
Dentro del ámbito de la medicina, existe lo que se conoce como código de deontología médica, del que podemos destacar las siguientes señas de identidad:
• También es llamado Deontología Médica.
• Se encuentra conformado por el conjunto de reglas o de principios de carácter ético que deben regir en todo momento las actuaciones de los profesionales que trabajan como médicos.
• En concreto, se sustenta en una serie de principios que se consideran que deben ser los pilares de la ética de cualquier profesional que ejerza la medicina: la justicia, la beneficiencia, la no maleficiencia y la autonomía.
• Establece que el no cumplimiento de las citadas normas supondrá una falta disciplinaria sobre la que deberá tomar decisiones la correspondiente autoridad.
Dicho código está conformado, en primer lugar, por el juramento de Hipócrates y luego se completa por otras normas y directrices que versan sobre cuestiones tales como las siguientes:
• La relación del médico con los pacientes.
• El secreto profesional.
• La calidad en lo que se refiere a la atención médica.
• La objeción de conciencia.
• La reproducción humana.
• El trasplante de órganos.
• La investigación médica.
• La atención médica al final de la vida.
• Las relaciones con otros médicos, con otros profesionales sanitarios o con la corporación médica colegial.
• La docencia médica.
• Las pruebas genéticas.
La noción en el periodismo
La deontología profesional se aplica al periodismo, entre otros campos. Los periodistas, de acuerdo a la deontología, deben manejarse siempre con datos contrastados, confirmar la veracidad de aquello que informan, proteger a las fuentes que les suministran datos y no citar contenidos sin mencionar los nombres de sus autores, entre otros principios. Si un periodista viola estos criterios, puede recibir distintos castigos según las normas internas del medio de comunicación en el que trabaja.
Dentro de este ámbito profesional, se vuelve especialmente difícil distinguir y respetar dos tipos de libertad estrechamente relacionados con el periodismo: la de expresión y la de información. La razón de su parecido es que ambas persiguen el objetivo de comunicar algo, aunque está en ese algo la principal diferencia.
Deontología y libertad
Pocos derechos superan al de expresarse con libertad, dado que es la base de la lucha por ser respetados y de la divulgación del resto de derechos de los seres humanos. En pocas palabras, la libertad de expresión está relacionada con materias opinables; la de información, por otro lado, gira en torno a hechos que son dignos de ser publicados como noticia. Ambas libertades son necesarias para formar una opinión pública espontánea, sin opresión ni límites invisibles, pero la deontología hace que su puesta en práctica no sea tan sencilla como en un mundo utópico.
La libertad de información implica el derecho que tenemos todos los seres humanos a difundir cualquier historia que llegue a nuestros oídos, pero la deontología exige ciertas precauciones en el proceso, algunas de las cuales se mencionan en un párrafo anterior, y la complejidad propia de la vida hace que no siempre sea conveniente o productivo hacer uso de esta libertad; incluso pueden existir casos en los que impedirle a un tercero que disfrute de ella se considera la opción más justa.
Retomando el concepto de libertad de expresión, que nos da el derecho a emitir nuestras opiniones, veamos los dos niveles cualitativos que pueden distinguirse:
* la función de informar acerca de un suceso real, que comunique un mensaje cierto y de interés para el resto de la gente. Es necesario hacer hincapié en la importancia en la veracidad del mensaje, ya que es la propiedad que puede invalidar su naturaleza informativa;
* la función de opinar, que tiene tanta importancia como la anterior, ya que ambas se complementan y se enriquecen mutuamente, siendo la opinión una consecuencia natural y necesaria de la información.
Con respecto a la opinión, no hay que tiene la tarea fundamental de alimentar y mantener viva la democracia y colaborar con el cumplimiento de los derechos humanos.