El desgaste es el acto y la consecuencia de desgastarse o de desgastar. Este verbo refiere a consumir o deteriorar algo de a poco por su utilización o por algún tipo de contacto o roce. También puede aludir a quitar el poder o la fuerza.
Por ejemplo: “Creo que el desgaste de la relación comenzó con la convivencia”, “El equipo local sintió un desgaste por la seguidilla de partidos y terminó cayendo por goleada”, “El gobierno apuesta a esperar que pase el tiempo para lograr el desgaste de las protestas”.
La noción de desgaste puede utilizarse en sentido físico o de manera simbólica. La interacción entre dos materiales puede provocar la erosión de uno de ellos o de ambos: esa degradación física, concreta, es el desgaste. A medida que un automóvil circula, por citar un caso, sus neumáticos van experimentando un desgaste por el roce con el pavimento y la tierra. Después de un cierto tiempo, se hace necesario reemplazar los neumáticos desgastados por otros nuevos.
En otros contextos, el desgaste no es material. Supongamos que un futbolista juega desde hace diez años en el mismo equipo. El deportista, con el paso de las temporadas, empieza a tener conflictos cada vez más frecuentes con los directivos del club. Las partes ya no logran ponerse de acuerdo con facilidad y se van acumulando enojos y decepciones. Por eso los periodistas afirman que el vínculo entre el jugador y el club evidencia un desgaste: no tiene la solidez o la fortaleza de antaño.
El desgaste de las articulaciones del cuerpo es uno de los temas más relevantes para las personas mayores, pero todos deberíamos estar atentos a los signos de este fenómeno inevitable: en cuanto comenzamos a sentir dolor en las muñecas o las rodillas, por ejemplo, deberíamos pedir turno con un especialista. Lo mejor en estos casos es prevenir el desgaste; si no lo conseguimos, entonces debemos aplicar un tratamiento adecuado.
El desgaste de las articulaciones es un problema muy importante, ya que abre las puertas a la artritis y a la atrosis, dos trastornos que provocan un dolor insoportable y pueden limitar mucho la vida de las personas, especialmente de aquéllas que necesitan sus extremidades para llevar a cabo sus actividades favoritas.
Las razones por las que una articulación puede comenzar a desgastarse son muchas, y entre ellas destacan las siguientes:
* el envejecimiento: el avance de la edad acarrea un gran número de complicaciones, ya que el cuerpo va perdiendo el nivel de rendimiento y no puede mantenerse en condiciones óptimas con la misma facilidad que en la infancia o la adolescencia;
* la genética: el desgaste de las articulaciones en las mujeres puede darse por la herencia de un gen específico, que desencadena artrosis en un 10% de los casos;
* el sobrepeso: es sabido que el verdadero problema de la obesidad no yace en cuestiones estéticas sino en las repercusiones que puede tener en la salud. Dado que el peso de nuestro cuerpo recae principalmente en nuestras piernas, el sobrepeso aumenta el desgaste que sufren las caderas y las rodillas;
* cargar demasiado peso: de modo similar al punto anterior, las personas que cargan objetos muy pesados con demasiada frecuencia, generalmente por cuestiones de trabajo, aumentan el desgaste de sus articulaciones.
Entre los síntomas más comunes del desgaste de las articulaciones se encuentran la falta de flexibilidad en el movimiento, la sensación de rigidez por las mañanas, el dolor recurrente en una misma zona, una sensación frecuente de cansancio y debilidad, los fuertes dolores en los huesos y los músculos, el enrojecimiento de las articulaciones acompañado de dolor al tacto y la transpiración excesiva por las noches.