Design thinking es un enfoque centrado en el ser humano para la resolución de problemas que utiliza las metodologías y herramientas del diseño para crear soluciones innovadoras. Se caracteriza por un proceso iterativo que incluye la empatía con los usuarios, la definición clara del problema, la generación de ideas, la creación de prototipos y la realización de pruebas. El objetivo es desarrollar productos, servicios o experiencias que realmente satisfagan las necesidades de los usuarios.
Ejemplos de design thinking
Los siguientes ejemplos ilustran cómo design thinking puede aplicarse en diferentes industrias para desarrollar soluciones que realmente resuelvan problemas y mejoren la experiencia del usuario.
Rediseño de la experiencia de vuelo de la aerolínea Delta
Delta Airlines utilizó design thinking para mejorar la experiencia de vuelo de sus clientes. A través de entrevistas y observaciones, identificaron los principales puntos de dolor (problemas, dificultades o frustraciones) de los pasajeros, como la espera en los aeropuertos y la incomodidad en los asientos. Con esta información, desarrollaron soluciones como el rediseño de las zonas de espera y la implementación de asientos más cómodos.
Desarrollo del termostato Nest
Nest Labs aplicó design thinking para crear un termostato inteligente fácil de usar y eficiente. El equipo se enfocó en entender cómo las personas interactúan con los termostatos tradicionales y qué problemas enfrentan. A partir de esta comprensión, diseñaron un dispositivo que aprende las preferencias de temperatura del usuario y se ajusta automáticamente, ofreciendo una solución intuitiva y energéticamente eficiente.
Mejora de servicios de salud en el hospital Kaiser Permanente
Kaiser Permanente utilizó design thinking para mejorar el proceso de atención a pacientes en sus hospitales. A través de la observación y el análisis de la experiencia de los pacientes, el equipo identificó áreas de mejora en la comunicación y en la gestión del tiempo. Como resultado, implementaron cambios en la forma en que los médicos y enfermeras interactúan con los pacientes y reorganizaron las actividades diarias, lo que redujo los tiempos de espera y aumentó la satisfacción del paciente.
Historia del design thinking
El concepto de design thinking tiene sus raíces en las prácticas de diseño que surgieron a mediados del siglo XX, aunque su formalización como metodología ocurrió más tarde. Destacan las siguientes tres fases:
- orígenes en el diseño tradicional (1940-1960): durante las décadas de 1940 y 1950, el diseño se enfocaba principalmente en la estética y la funcionalidad de los productos. Sin embargo, algunos pioneros comenzaron a ver el diseño como un proceso que podía aplicarse a la resolución de problemas de cualquier tipo;
- desarrollo como metodología formal (1960-1990): entre 1960 y 1980, el arquitecto Horst Rittel y el diseñador Melvin Webber introdujeron el concepto de problemas complejos o wicked problems, que son difíciles de definir y sin soluciones claras. Esta idea influyó en el desarrollo de metodologías de diseño más estructuradas y basadas en la investigación. En los años 1980 y 1990, académicos y profesionales como Donald Schön y Nigel Cross enfatizaron la importancia de la reflexión en la acción y el pensamiento en diseño;
- popularización y adopción en el ámbito empresarial (1990-presente): a partir de 1990, el design thinking comenzó a ser adoptado más ampliamente fuera del ámbito del diseño tradicional. La consultora IDEO fue clave en su popularización como una metodología para la innovación en los negocios. En 2005, la Universidad de Stanford fundó la d-school (Hasso Plattner Institute of Design), un centro de referencia para la enseñanza y la práctica de design thinking. Desde entonces, esta metodología se ha extendido a diversas industrias, siendo aplicada en campos como la tecnología, la educación, la salud y el desarrollo de productos.
Proceso creativo: de la ideación a la validación
El proceso de design thinking se basa en la creatividad para generar soluciones innovadoras que resuelvan los problemas del usuario final. Todo comienza con la investigación de usuarios, donde se lleva a cabo un análisis de necesidades para comprender los puntos de dolor y expectativas del usuario. A partir de esta información, se pasa a la fase de ideación, donde se utiliza el brainstorming para generar una amplia variedad de ideas.
Con las ideas en mano, se seleccionan las más prometedoras para desarrollar un prototipado inicial, una representación tangible de la idea que permite explorar cómo podría ser la experiencia del usuario (UX). El enfoque se mantiene en crear una solución centrada en el humano, priorizando las necesidades y expectativas del usuario en cada etapa.
El prototipo se somete a pruebas de usuario, donde se recopila retroalimentación directa de los usuarios finales, la cual es esencial para la validación de ideas, permitiendo identificar áreas de mejora y realizar ajustes. A través de este ciclo iterativo, se afinan las soluciones hasta que se logre una experiencia de usuario óptima que responda de manera efectiva a las necesidades identificadas.
Enfoque integral para la innovación
El design thinking integra varios tipos de pensamiento para abordar problemas complejos y crear soluciones innovadoras. Durante la fase de ideación, se utiliza el pensamiento divergente para explorar una amplia gama de posibles soluciones, fomentando la creatividad y generando muchas ideas diferentes. Posteriormente, el pensamiento convergente se aplica para seleccionar y refinar las más viables, enfocándose en aquellas que mejor resuelvan el problema identificado.
El pensamiento visual juega un papel crucial en el proceso, permitiendo que las ideas abstractas se representen gráficamente, lo que facilita la comprensión y la comunicación entre los miembros del equipo. A su vez, el pensamiento de sistemas ayuda a considerar cómo las diferentes partes de un problema o solución interactúan entre sí, garantizando que se tenga en cuenta el impacto de las decisiones en el conjunto.
El pensamiento crítico es esencial para evaluar las ideas de manera objetiva, cuestionando su viabilidad y efectividad. Finalmente, el pensamiento futurista permite anticipar cómo las soluciones propuestas podrían evolucionar en el tiempo, asegurando que sean sostenibles y relevantes en un contexto en constante cambio. Integrando estos diversos enfoques, el design thinking proporciona un marco sólido y adaptable para la innovación.
Crear valor a través de la innovación
El design thinking promueve una cultura de innovación que se basa en la comprensión profunda del cliente y el mercado. Ésta se logra combinando la investigación cualitativa, que explora las emociones, comportamientos y necesidades de los usuarios, con la investigación cuantitativa, que proporciona datos medibles y tendencias estadísticas. Ambos enfoques son esenciales en la fase de investigación y desarrollo (I+D) para identificar oportunidades y definir las características de productos o servicios que respondan a las necesidades reales del mercado.
En este marco, el diseño centrado en el cliente es fundamental. Las empresas buscan innovar a través de la creación de prototipos rápidos que permiten iterar soluciones de manera ágil, recibiendo retroalimentación constante del cliente para perfeccionar la oferta. La integración del marketing asegura que las soluciones desarrolladas no solo sean técnicamente viables, sino también deseables para los consumidores y competitivas en el mercado.
Además, la innovación abierta se fomenta al colaborar con actores externos como clientes, socios o startups, lo que amplía el horizonte de ideas y permite aprovechar el conocimiento y la creatividad más allá de la organización. Este enfoque integral asegura que las soluciones no solo sean innovadoras, sino también alineadas con las expectativas del cliente y las dinámicas del mercado.