Un detergente es una sustancia que se utiliza para limpiar ya que dispone de propiedades que le permiten quitar la suciedad sin afectar el material sometido al proceso de limpieza. La noción de detergente, por lo tanto, permite nombrar a un tipo de producto que se comercializa para que las personas puedan eliminar la suciedad de los platos, los cubiertos, los vasos y otros utensilios y objetos.
Por ejemplo: “¿Cómo quieres que lave los platos si no queda más detergente?”, “Esta mañana, en el supermercado, compré un detergente con aroma a limón”, “Te recomiendo que uses más detergente: de lo contrario no podrás quitar la grasa de la fuente”.
Concepto de detergente
Como adjetivo, detergente es aquello que deterge. La Real Academia Española (RAE) define a este verbo como la acción de limpiar algo sin generar su corrosión. Esto quiere decir que diversas clases de sustancias pueden enmarcarse dentro del grupo de los detergentes de acuerdo al material que se pretende limpiar.
Supongamos que una persona se mancha la mano con tinta. Si aplica un poco de saliva sobre los dedos manchados y frota para eliminar la tinta, habrá empleado la saliva como detergente. Es probable que esta acción le permita disolver y borrar los rastros de tinta de la mano, sin que la piel sufra daño alguno.
Clasificación según el tipo
En definitiva, puede hablarse de distintas clases de detergente de acuerdo a su finalidad. Hay detergentes para ropa, detergentes para vajilla, detergentes para cemento, etc. También es posible encontrar detergentes líquidos, en polvo y en otras presentaciones.
Si bien los más comunes son los que usamos en la cocina y para la ropa, existen varios tipos con nombres bien definidos. Comencemos por hablar en detalle acerca de los detergentes líquidos, los más conocidos y los que mayor variedad presentan en el mercado. Por lo general, se comercializan en envases de tamaños que facilitan su manipulación, además de contar con un dosificador adaptado a su aplicación.
El detergente líquido también puede elaborarse con diferentes consistencias y aromas, además de incluir determinados componentes ideales para tratar las superficies que se pretenden limpiar. Enfocándonos en el usado para la ropa, una diferencia que tiene con el detergente en polvo, del cual hablaremos a continuación, es que se dispersa en menos tiempo cuando la lavadora se pone en marcha. Además, da mejores resultados con agua a baja temperatura.
Detergente en polvo
Con respecto al detergente en polvo, es interesante señalar que fue el primero en salir al mercado para tratar la ropa. Mientras que el líquido es más adecuado para eliminar manchas de productos líquidos, como ser aceites y salsas, el polvo funciona mejor frente a los rastros de partículas gruesas, como ser de hierba o tierra, entre otras. A la hora de usar una máquina, el detergente en polvo es más «insistente» porque se mueve de un lado al otro del tejido hasta conseguir que la suciedad se desprenda.
Antes de la invención de las máquinas para lavar la ropa, esta tarea se hacía a mano, con jabones o detergentes, y usando herramientas tales como una tabla para frotar las prendas antes de enjuagarlas. En la actualidad tan sólo una minoría lava su ropa de esta manera, ya que las lavadoras y las secadoras nos ofrecen un ahorro de tiempo y esfuerzo considerables. Por otro lado, existe el riesgo de que se desgaste más.
Con la vajilla ocurre algo similar, salvando el tema del deterioro: las máquinas lavavajillas son cada vez más comunes, porque nos permiten despreocuparnos de la tediosa tarea de lavar los platos después de las comidas. Sin embargo, acarrean un gasto eléctrico inexistente al hacerlo a mano y la compra de detergentes específicos, en lugar de usar los más económicos.