Diversidad de género es un concepto que alude a la pluralidad de formas de entender y asumir los roles, los atributos y los comportamientos vinculados al sexo y a la orientación sexual. Se trata de cuestiones relacionadas con la cultura y lo social, que trascienden lo biológico.
La diversidad de género va más allá de las clasificaciones binarias (hombres / mujeres, heterosexualidad / homosexualidad) y reconoce muchas otros tipos o categorías. De este modo, la noción se opone a la discriminación de género y a la vez apunta a promover el respeto hacia a todas las personas independientemente de su identidad de género.
Características de la diversidad de género
Para comprender qué es la diversidad de género primero es necesario analizar varios términos.
El género es un conjunto de rasgos y propiedades que una comunidad asigna de acuerdo al sexo biológico (es decir, a las características de la biología que se tienen en cuenta para diferenciar entre las hembras y los machos en la especie humana). Aunque la sociedad determina esta asignación, cada persona puede sentirse identificada con uno u otro grupo, con más de uno o incluso no sentir identificación con ninguno. La identidad de género, de este modo, es el resultado de la percepción de uno mismo acerca de su propio género.
La identidad de género, a su vez, se suma al rol de género (una construcción derivada de las conductas y las actitudes que se consideran apropiadas para las mujeres y los hombres) y a la orientación sexual (la atracción erótica o romántica) para el desarrollo de la identidad sexual. Como puede advertirse, esta identidad tampoco tiene que ver con la genitalidad.
Durante mucho tiempo, el mundo occidental se rigió por una división binaria entre la feminidad y la masculinidad. Con el tiempo, se fortaleció un pensamiento no binario y así comenzó a forjarse una nueva historia de la diversidad de género, aceptando la existencia de una heterogeneidad de identidades.
La diversidad de género, de esta forma, se basa en un amplio abanico que pone en discusión las convenciones sociales y que apunta a representar la mayor cantidad posible de experiencias. Su aceptación y defensa favorece la libre expresión y promueve la inclusión.
La construcción de la identidad
La sensibilización sobre género es indispensable para entender que la identidad se construye y no está dada por la naturaleza. Esto obliga a derribar los estereotipos de género y a abandonar la naturalización de la identidad cisgénero y la heterosexualidad, ya que eso avala la consideración de las prácticas de las personas cis y heterosexuales como «normales».
Cabe destacar que se denomina cisnormatividad a la creencia de que, por norma, la totalidad de las mujeres y los hombres son cisgénero (o sea, que su identidad de género coincide con el sexo asignado al nacimiento). La diversidad sexual y de género rechaza este planteo, sosteniendo que tal norma no es natural.
Diversos motivos de distinta índole pueden llevar a una persona a desarrollar una identidad no binaria o a expresarse mediante prácticas que pueden calificarse como no normativas. Si no se acepta la diversidad, a estos individuos se los tiende a estigmatizar y a marginar.
El activismo de género destaca que las características biológicas asociadas a las funciones reproductivas no determinan las conductas sociales. Por eso, en función de la construcción de su identidad de acuerdo a su propia voluntad, cada ser humano tiene derecho a elegir cómo reconocerse a sí mismo y de qué modo expresarse. Asimismo debe contar con la potestad de escoger y declarar quiénes constituyen su objeto de su deseo.
Ejemplos de diversidad de género
Podemos detallar ejemplos de diversidad de género repasando algunas de las numerosas identidades en las cuales una persona puede reconocerse.
Un individuo transgénero desarrolla una identidad que no coincide con las características que tradicionalmente se asocian al sexo asignado en el nacimiento. Simplificando, un hombre transgénero o trans se siente mujer (y viceversa).
Alguien que se considera queer, en tanto, adopta una identidad que no se ajusta con las reglas aceptadas de género y sexualidad. La idea de género fluido, por otro lado, alude a quienes llevan a cabo transiciones entre dos o incluso más géneros, ya sea de manera temporal o permanente.
Si nos centramos en la orientación sexual, un sujeto bisexual experimenta atracción sexual por mujeres y por hombres; alguien pansexual se siente atraído por otros seres humanos más allá de su género o sexo; y un asexual no tiene ninguna clase de deseo o atracción sexual.
En cuanto a lo biológico, aparecen condiciones como la intersexualidad (personas cuyos cuerpos no coinciden de manera exacta con lo que se define como femenino o masculino) y la androginia (rasgos femeninos y masculinos en un mismo cuerpo).
Su importancia
Reconocer y aceptar la diversidad de género puede considerarse como una cuestión moral: ninguna persona debería ser discriminada por cómo se reconoce a sí misma. Tampoco por el modo en que expresa su identidad.
Dicho reconocimiento es ineludible para avanzar con la defensa de los derechos LGBT+ y con un reclamo histórico del feminismo: la igualdad de género (también entendida como equidad de género o paridad de género). Así como las políticas de género deben contribuir al empoderamiento de la mujer para dar por terminado el patriarcado, todas las identidades tienen que estar en condiciones de empoderarse.
No se puede dejar de resaltar que la diversidad en el lugar de trabajo y en otros ámbitos es positiva ya que amplía las miradas y enriquece la convivencia. Por supuesto, la tolerancia y la empatía son indispensables para que exista la armonía.