El vocablo latino incendĕre llegó al español como encender. Se trata de un verbo con varias acepciones reconocidas por la Real Academia Española (RAE) en su diccionario.
El primer significado que recoge la RAE refiere a propiciar el comienzo de una combustión. De acuerdo a la química, se llama combustión a la reacción que se produce entre una sustancia oxidable y el oxígeno, caracterizada por la presencia de llamas y por la liberación de energía.
Encender el fuego
Dado que encender se asocia a empezar una combustión, la acción suele aludir a iniciar fuego o a incendiar. La capacidad de encender y controlar el fuego marcó un gran paso evolutivo en la historia del ser humano.
Se estima que las personas lograron el control de las llamas hace cerca de 400.000 años. De todos modos, se cree que el aprovechamiento consciente del fuego es mucho más antiguo.
Al aprender a encender el fuego, el ser humano pudo empezar a cocinar (cocer) la comida, con lo que redujo la adquisición de enfermedades vinculadas a los microbios presentes en los alimentos crudos. Esta práctica, además, diversificó la nutrición.
Encender el fuego, por otra parte, permitió al hombre primitivo producir calor para hacer frente a las bajas temperaturas, pudiendo de este modo avanzar hacia regiones de climas fríos. Otra ventaja que le proporcionó consistió en mantener alejados a los depredadores.
Técnicas para propiciar la combustión
En el Paleolítico, se trataba de encender el fuego de dos maneras: por percusión o por fricción. En el primer caso, se hacían chocar dos piedras para generar chispas.
Con la técnica de la fricción, en tanto, se frotaba una madera seca sobre una muesca de otra madera, haciendo que se acumulen virutas. Estas virutas se iban calentando poco a poco gracias al movimiento constante y finalmente empezaba la combustión.
Otro método elemental para encender fuego consiste en usar un espejo o lupa para lograr la concentración de los rayos del sol sobre un mismo punto de un combustible. El incremento de la temperatura, en este marco, propicia el encendido.
Actualmente existen diversos dispositivos y utensilios que facilitan la tarea. Los cerillos, cerillas o fósforos; los encendedores; y los mecheros están presentes en todos los hogares.
Encender un aparato
Es importante considerar que el verbo encender no siempre está asociado al fuego. El término también puede usarse para nombrar al acto que pone en marcha un aparato, una máquina, un sistema o un dispositivo.
Encender el televisor, pues, implica lograr que este equipo funcione. Para esto alcanza con presionar un botón. Algo similar ocurre al encender una computadora o al encender una radio.
Es habitual, asimismo, que se hable de encender la luz. Con pulsar una tecla o accionar una perilla, se activa el circuito que lleva a un foco, lámpara o bombilla a alumbrar.
El concepto vinculado a los ánimos y las emociones
Encender, por último, puede tratarse de enardecer, avivar, atizar o excitar algo. Estos usos se vinculan a los ánimos, los sentimientos, las emociones, etc.
Muchas veces se apela a la expresión «encender la pasión». Así se mencionan recursos y actos que apuntan a suscitar un momento apasionado en una pareja. Para encender la pasión, es posible preparar una cena romántica, prender velas y poner música romántica, por ejemplo.