El adjetivo ensimismado permite aludir a aquel o aquello que implica o expresa ensimismamiento. Este término (ensimismamiento), a su vez, refiere a la actitud que adopta quien se desentiende del exterior para concentrarse en asuntos internos o en su intimidad.
Alguien ensimismado, por lo tanto, no presta atención al entorno, sino que está abstraído en sus pensamientos. Puede decirse que el individuo ensimismado se aísla de lo que lo rodea.
Actitud de alguien ensimismado
Supongamos que un hombre está preocupado por unas cuestiones laborales. Esto hace que, al asistir a una reunión por el cumpleaños de su sobrino, casi no converse con sus familiares. Incluso está desatento y no responde las preguntas que le realizan, ya que se encuentra absorto en sus preocupaciones. Frente a esta realidad, se puede afirmar que el sujeto está ensimismado.
El ensimismamiento consiste en dirigir la atención hacia dentro. Si dicha tendencia es exagerada y permanente o constante, puede deberse a algún tipo de trastorno psicológico o de otra índole. El ensimismamiento es habitual en las personas con autismo, por ejemplo.
La importancia del contexto
Por lo general, no se detecta algo negativo en aquel ensimismado para completar una tarea, finalizar un trabajo o resolver un desafío. En este caso, el ensimismamiento se asocia a la concentración. En cambio, si hay alguien ensimismado en un evento social o caminando por la vía pública, los demás tenderán a pensar que tiene un inconveniente o que padece un problema serio.
Estar ensimismado, en definitiva, no es bueno o malo por sí mismo. Todo depende del contexto y de la frecuencia en que se produce esa desconexión con lo externo. De todos modos, el grado al que el sujeto se desprenda de su entorno es crucial en la repercusión que su estado pueda tener, tanto en él mismo como en los demás. Incluso si lo experimenta en un espacio donde haya muchas otras personas, puede evitar problemas si toma el recaudo de ubicarse en una zona donde no interfiera en las actividades de los demás.
Aislamiento espontáneo
Debemos distinguir con claridad el ensimismamiento de la decisión consciente de aislarse de un grupo de gente para pensar o trabajar sin interrupciones. No se trata de algo que podamos controlar, ni tampoco predecir: nos ocurre de un momento a otro, y suele sorprender a quienes nos rodean. Suele tener lugar cuando hay un tema que nos preocupa, que nos persigue y no nos permite descansar; no tiene que tratarse de algo negativo, sino de un problema que requiera nuestra atención y dedicación para resolverlo, como puede ser una cuestión laboral o estudiantil.
Nuestro cerebro trabaja de formas misteriosas, dejando pasar una gran cantidad de datos al día pero aferrándose a otros, a veces de manera aparentemente caprichosa, al punto de no permitirnos pensar en otra cosa. Volviendo a las características de los asuntos que nos llevan a estar ensimismados, no sólo pueden ser cosas positivas o negativas, sino que también varía su grado de relevancia en nuestra vida en general: pueden ser cosas triviales, sin mayor importancia, aunque nuestro cerebro se decida a colocarlas en el centro de nuestra existencia durante un tiempo.
Y es así que de un segundo a otro nuestros interlocutores perciben que ya no los escuchamos, que los miramos pero no los vemos porque, si bien nuestro cuerpo no se marcha, nuestra mente ha volado a otro mundo. No lo planeamos, no sabemos evitarlo: el ensimismamiento es una fuerza que de manera espontánea nos secuestra y nos obliga a resolver un problema si queremos recuperar nuestra libertad.