Un entrenamiento es una rutina de ejercicios o actividades que sirve como preparación para el desarrollo de un trabajo o para la práctica de un deporte. El concepto procede del vocablo francés entraîner. Funcional, por su parte, es aquello vinculado a una función o diseñado para cumplir un objetivo de forma eficaz
Se llama entrenamiento funcional, en este marco, a aquel que se orienta a un propósito específico. De este modo, sus rutinas están diseñadas en pos de alcanzar la meta en cuestión. Por lo general consta de múltiples ejercicios diversos que favorecen un acondicionamiento integral del cuerpo, aunque orientado a ciertas tareas.
El entrenamiento funcional de un tenista, por citar un caso, debe estar enfocado en el fortalecimiento de los músculos y las articulaciones que más se utilizan durante los partidos de tenis. También apunta a corregir y conservar la postura corporal adecuada para ganar eficiencia en el marco del desarrollo de la actividad.
Puede decirse que el entrenamiento funcional implica una planificación para entrenar según las necesidades y los objetivos individuales. Se basa en ejercicios intensos y breves que, a nivel general, contribuyen a aumentar la masa muscular, quemar grasas y mejorar el equilibrio, la movilidad y la flexibilidad.
Una sesión de entrenamiento funcional no suele extenderse más de treinta minutos. No se utilizan máquinas y se busca involucrar todo el cuerpo para que los resultados sean integrales.
El mayor riesgo de sufrir lesiones por involucrar muchas partes del cuerpo y la lentitud para lograr el fortalecimiento muscular general al no circunscribirse a una única zona son dos de las desventajas del entrenamiento funcional que mencionan algunos preparadores físicos. Como puntos a favor, en cambio, resaltan el desarrollo equilibrado y su eficacia al orientarse a objetivos concretos.
A diferencia de lo que ocurre a lo largo de un entrenamiento con máquinas, el funcional nos ofrece un mayor grado de actividad y sus movimientos son más complejos. Esto significa que si se realiza de forma adecuada nos ofrece un desgaste mayor que los medios tradicionales, lo cual repercute en resultados más satisfactorios para quienes buscan quemar calorías a través del ejercicio físico.
Para el crecimiento de los músculos el entrenamiento funcional también resulta mejor que el convencional, y esto se debe a que nos propone movimientos más naturales y rutinas más intensas, a diferencia de la rigidez propia de los movimientos que podemos hacer con las máquinas de un gimnasio.
Como se menciona más arriba, el entrenamiento funcional también tiene desventajas. Para evitar las potenciales lesiones es muy importante que sepamos controlar cada uno de los movimientos, y para ello debemos aprender las rutinas a consciencia. En un entrenamiento tradicional no es necesario prestar tanta atención a este punto, ya que las máquinas nos guían y el riesgo de lesiones es considerablemente menor.
Todos podemos comenzar a disfrutar de las ventajas del entrenamiento funcional en nuestras casas, sin necesidad de comprar ningún aparato. Para ello debemos aprender algunos ejercicios en función de los objetivos que deseemos alcanzar, como ser las partes del cuerpo que queramos fortalecer. En un circuito de este tipo se suele buscar una reducción del descanso al mínimo: debemos intentar realizar los ejercicios con la menor cantidad posible de pausas.
Uno de los típicos ejercicios de un circuito de entrenamiento funcional son los burpees, que consisten en recostarse boca abajo en el suelo hasta tocarlo con el pecho y luego elevarse generando un impulso con los brazos para pasar a la posición típica de las sentadillas (con las piernas flexionadas) y dar un salto extendiendo todo el cuerpo hacia arriba hasta dar una palmada sobre la cabeza mientras nos encontramos suspendidos. Al principio, basta con hacer doce repeticiones de burpees por día.