Se denomina falsificar al acto y el resultado de falsificar. Este verbo (falsificar), en tanto, alude a corromper, adulterar o falsear algo.
Alteración y engaño
La falsificación supone crear o alterar un producto o un documento con la intención de hacerlo pasar como real. De este modo, la acción apunta a generar un engaño: la intención es que las personas piensen que el elemento falsificado es el bien original o verdadero.
Es importante mencionar que la falsificación constituye un delito. Una obra de arte, un billete o un artículo de una marca famosa pueden ser objeto de falsificación.
Es posible que la falsificación se constituya como un fraude o como una violación de la propiedad intelectual o industrial. La tipificación de la falta depende de las características de la operación.
Falsificación de dinero
Las monedas y los billetes falsificados son aquellos que se fabrican sin el aval del Estado. La falsificación del dinero es un negocio ilegal multimillonario que los gobiernos tratan de evitar incluyendo distintas medidas de seguridad en el papel moneda.
Un billete falsificado de cien dólares, por mencionar un caso, puede ser tomado erróneamente como dinero de curso legal: es decir, se puede pensar que «vale» cien dólares. Pero, en realidad, no es más que un papel corriente que carece de valor.
Ejemplos en el mercado
Los productos falsificados, por otra parte, imitan a los originales para confundir a los consumidores. Supongamos que alguien fabrica camisetas en un pequeño taller y les pone el logotipo de Adidas. Luego vende las prendas haciéndolas pasar justamente por creaciones de Adidas, con un precio acorde a los de dicha marca. Lo que está haciendo este individuo es una falsificación.
Los dispositivos electrónicos de moda se encuentran entre los productos más falsificados del mercado. Si bien los consumidores con más experiencia y conocimientos técnicos no caen fácilmente en la trampa, la falsificación apunta especialmente al resto de las personas, castigándolas por su buena voluntad con un producto que no tiene la calidad del original o directamente carece de sus funciones específicas. El caso de las consolas de videojuegos es muy grave, porque las imitaciones ni siquiera corren los juegos originales, sino que por lo general incluyen emuladores de generaciones anteriores.
Volviendo al ejemplo de las camisetas, aunque nada puede justificar el delito de la falsificación, por lo menos puede resultar en un producto que el consumidor pueda usar. Sin embargo, los aparatos que se fabrican usando simplemente el aspecto externo de los originales pero con componentes internos considerablemente inferiores o completamente diferentes no sirven para nada.
Protección del consumidor
Las plataformas de venta en línea suelen asegurar que sus clientes están amparados por ellas en caso de timo. Sin embargo, también en estas promesas existe la letra pequeña; por ejemplo, algunas exigen el uso de un método de pago en particular para garantizar un reembolso. En otras palabras, si compramos un producto y sufrimos un engaño pero no hemos pagado con dicho método, la compañía se desentiende y debemos arreglarnos por nuestra cuenta, como si los culpables fuéramos nosotros.
Es importante señalar que resulta casi imposible estar a salvo de la falsificación, al menos en Internet. En las tiendas donde cada cliente crea sus propios anuncios, el riesgo es mucho mayor que en aquellas que realizan un seguimiento y se encargan de distribuir los productos. Pero incluso en estas últimas pueden darse casos de imitaciones y otros procedimientos fraudulentos. Un ejemplo muy común es el de las tarjetas de memoria falsificadas, aunque en general las delata su precio (excesivamente bajo) con respecto al sugerido.
Se aconseja, por lo tanto, revisar las condiciones de una tienda antes de realizar una compra, para cumplir todos los requisitos de la garantía. Con respecto a los vendedores, no está de más leer las opiniones de sus anteriores clientes antes de confiar en ellos.