La luna nueva, la luna llena y el cuarto menguante son algunas de las fases de la luna más reconocidas a nivel popular.
Fases de la luna es la expresión que se utiliza en español para aludir a cada cambio aparente que experimenta la parte del mencionado satélite natural que, gracias a la luz procedente del sol que se refleja en su superficie, queda alumbrada y resulta notoria, a simple vista, desde la Tierra.
Es incesante el ciclo y en nuestro planeta este proceso genera que, a lo largo de un mes lunar (periodo conformado por 29,53 jornadas), vayamos apreciando una mayor o menor cantidad de porción iluminada. Los expertos en el tema han confirmado que este fenómeno responde al giro que la luna hace en torno a la Tierra, un movimiento que provoca que se atraviesen todas las fases en el lapso de un mes lunar. El tiempo que transcurre entre una y otra luna nueva (completándose así el circuito), indican los especialistas en cuestiones astronómicas, se conoce como lunación.
Cada ciclo lunar, conformado por ocho fases, se inicia con cada luna nueva y se plasma en el calendario lunar, el cual se vale, por lo tanto, de las lunaciones (o meses sinódicos) para ofrecer un cálculo o una medida del tiempo temporada tras temporada.
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ResumenCuáles son las fases de la luna
A continuación enumeraremos cuáles son las fases de la luna y compartiremos los rasgos distintivos de cada una.
El inicio del ciclo lunar está marcado por la luna nueva que, al ser consecuencia de una alineación del satélite entre el sol y nuestro planeta, desde la superficie terrestre no se llega a divisar. Cuando, tomando en consideración la vista desde la Tierra, la luna queda perfectamente alineada con el sol entra en juego el concepto de eclipse. Las aplicaciones de esta noción dan origen a dos modalidades: eclipse solar (generado por un movimiento de la luna frente al sol, por eso la luz del astro no llega a la Tierra, donde, cuando esto sucede, se advierte un momento de oscuridad diurna por la sombra) y eclipse lunar (en este caso es la Tierra la responsable de impedir que la iluminación solar llegue a la luna, razón el brillo lunar – y su tonalidad rojiza durante un eclipse total de luna – procede de puestas de sol y amaneceres que van aconteciendo en distintos puntos de nuestro planeta).
La luna nueva queda atrás cuando llega la luna creciente que noche tras noche aparenta ir tornándose cada vez más ancha. La secuencia continúa con el cuarto creciente, instancia caracterizada por una mitad de la luna que queda envuelta en sombra mientras que el medio restante posee iluminación. A medida que la porción ensombrecida gana luz se despliega la fase de la luna catalogada como gibosa creciente para, más tarde, disfrutar una luna llena (plenamente iluminada, un rasgo que indica que se ha llegado a la mitad del mes lunar).
Ya hacia el tramo final del ciclo se distingue la etapa de gibosa menguante (cuando empieza a disminuir el brillo del satélite), continuando con el cuarto menguante (similar al periodo llamado cuarto creciente pero alternando la cara lunar iluminada) y culminando con la luna menguante (con una dinámica similar a la de la luna creciente aunque en sentido contrario).
Llegar a la luna y conocer al satélite en profundidad es, desde siempre, un gran desafío para la humanidad. Al repasar la historia es inevitable aludir al astronauta Neil Armstrong, a la misión tripulada Apolo 11 y a los mitos, dudas y controversias asociados a la bandera en la luna que se hizo flamear en la superficie.
La luna como símbolo
La luna como símbolo está presente en múltiples culturas y ámbitos.
Dentro de la mitología griega, por proponer un caso específico, a la luna se la asocia a la fertilidad, a la fuerza de la naturaleza y especialmente al poderío femenino. Selene, una titán que representaba al satélite natural de la Tierra, es una de las deidades que se veneraron en la Antigua Grecia.
De hacer un repaso por todas las diosas lunares recobran visibilidad, entre otras, la Mama Quilla, Killa o Madre Luna adorada por el pueblo incaico y Metzi (o Meztli) presente en la mitología mexica como un dios que terminó caracterizado con rasgos femeninos para consagrarse como diosa de la luna.
También resulta curioso saber que, a raíz de una leyenda de origen náhuatl, se popularizó la idea de conectar a los conejos con la luna, satélite que lleva años inspirando a pintores, compositores musicales y escritores. Muchas personas creen divisar, a simple vista, la silueta de un animal de dicha especie en la cara iluminada de la luna, una imagen que surge de una interpretación creativa de los cráteres lunares.
Por otra parte, es enriquecedor en materia cultural estar al tanto de la importancia que alcanzó la luna en la elaboración de calendarios. Cálculos referidos a movimientos lunares y a cómo rota la Tierra, por señalar un caso concreto, marcan las bases del calendario chino.
El calendario lunar, incluso, es esencial tanto para la estructura del calendario islámico como para la del calendario hebreo.
Cuando la Tierra queda en medio de la luna y el sol surge una porción de sombra que, ante la falta de luz solar, provoca el oscurecimiento de la luna, panorama identificado como eclipse lunar.
Influencia de las fases lunares
Para averiguar el nivel de influencia de las fases lunares sobre una considerable cantidad de fenómenos, procesos y realidades se han impulsado numerosas investigaciones. Además, se han ido estudiando distintas teorías o creencias a fin de establecer cuánto tienen de cierto o si, en verdad, son mitos.
En este marco, se ha podido confirmar que, como consecuencia de la gravedad (o fuerza gravitacional), hay un vínculo entre el estado lunar y las mareas. Desde hace décadas, asimismo, se debate y se escribe mucho acerca de cómo la luna y sus fases pueden condicionar la menstruación o ejercer algún tipo de influencia sobre ella.
De igual modo, por aportar más precisiones al respecto, se le ha prestado atención al efecto de la luna en la pesca, por eso los pescadores más experimentados sugieren guiarse por el calendario lunar.
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