El término fiaca se usa con frecuencia en Argentina para aludir a la flojera o la apatía. Quien tiene fiaca se encuentra desganado, sin voluntad de realizar una acción o de ponerse en movimiento.
El concepto puede emplearse de diversas maneras: es posible «tener fiaca» o «estar con fiaca», por mencionar dos posibilidades. Por otra parte, una tarea puede «dar fiaca». En todos los casos, la idea alude a la falta de ganas de realizar algo.
Por ejemplo: «Debería limpiar la cocina pero tengo fiaca», «Me da fiaca ir a la casa de Marcos», «Creo que esta noche no voy a salir: estoy con fiaca».
Puede relacionarse la fiaca al tedio o a la astenia. La persona con fiaca no tiene fuerza para actuar, ya sea en sentido físico o psicológico. Por eso prefiere quedarse descansando.
Por lo general, aquello que da fiaca es algo arduo, aburrido o poco motivador. No es probable que un individuo tenga fiaca a la hora de irse de vacaciones; en cambio, un adolescente puede tener fiaca si debe estudiar para un examen.
Estar con fiaca no se considera como algo malo, siempre que la fiaca no lleve a desatender obligaciones o a evadir responsabilidades. De todos modos, si alguien está con fiaca de manera permanente, ya puede hablarse de vagancia.
De todos modos, en algunos casos no es fácil distinguir entre la fiaca y la vagancia, ya que estos términos pueden usarse en situaciones similares más allá de que no resulte correcto desde un punto de vista semántico. Por ejemplo, es posible decir «me da vagancia ir al mercado» aunque el significado sea «me da fiaca».
Si bien la palabra haraganería es uno de los sinónimos de vagancia y de hecho se considera más apto para un contexto formal, no es común su uso para hacer referencia a la fiaca. Es que, como se menciona en un párrafo anterior, la fiaca es algo eventual y no debe considerarse negativa.
Es importante señalar que la fiaca es una sensación natural que probablemente todos los seres humanos experimentemos en algún momento de la vida, y de hecho es normal que aparezca a menudo. Se trata de ese desgano «sano» que surge ante una obligación poco relevante, tal como levantar la mera después de comer, ir a hacer la compra u ordenar el dormitorio.
Esto no quiere decir que no debamos cumplir con estas obligaciones para mantener en pie la estructura de nuestra vida, sino que no se trata de cuestiones impostergables. Por otra parte, una misma tarea puede causar fiaca tan sólo en ciertos momentos de la vida, quizás en etapas de un desgaste físico o emocional que no nos deje energía para nada que no resulte de vital importancia.
También se le dice fiaca a un puff o puf. En este caso, la noción refiere a un sillón blando sin respaldo que está relleno de poliestireno y que puede adaptarse a diversos usos y espacios.
Esta acepción de la palabra tiene sentido en cuanto el sillón llamado de esta forma es ideal para aquellos momentos en los cuales no tenemos fuerzas para hacer nada y solamente deseamos recostarnos a descansar. Estar con fiaca puede desembocar perfectamente en un rato de descanso en uno de estos almohadones, dado que cuando nos sentimos así el cuerpo mismo pide dejarse «caer» para recuperar la energía.
«La fiaca», por último, es el título de una obra teatral que fue escrita por Ricardo Talesnik y se estrenó en el año 1967. Cabe señalar que dos años más tarde, tuvo una adaptación a la gran pantalla a cargo del director y guionista Fernando Ayala.