Las infecciones transmitidas por fómites solían asociarse con los hospitales.
La Real Academia Española (RAE) reconoce el término fómite como sinónimo de fomes. Así se denomina a aquello promueve o incita algo, siendo su causa.
TemasVector pasivo o inanimado
El concepto de fómite suele emplearse para nombrar al elemento sin vida que, al resultar contaminado por un patógeno, puede transportar y transmitir dicho patógeno. Un fómite, por lo tanto, es un vector pasivo o inanimado.
Los fómites pueden ser sábanas, prendas de vestir, pelos o incluso células de nuestra piel que cobijan virus, bacterias, hongos, parásitos u otros agentes infecciosos. De esta manera, pueden propiciar un contagio, transfiriéndolos entre dos individuos.
Los fómites, en definitiva, pueden contribuir a la propagación de agentes etiológicos. Su identificación resulta imprescindible para minimizar los riesgos de contagio y para no contribuir al desarrollo de una epidemia.
Hospitales y asepsia
Supongamos que una persona infectada con un virus se acuesta sobre una cama y entra en contacto directo con las sábanas. Un rato después, otro individuo -que no padecía ninguna infección- se recuesta en esa misma cama, que no fue desinfectada. Los tejidos pueden actuar como fómites si el virus quedó en ellos: por esta razón es muy importante que los hospitales y los centros de salud mantengan la asepsia y eviten la contaminación a través de la limpieza, la esterilización, etc.
La relación de este concepto con los centros de salud es muy estrecha; tanto es así que en el pasado las infecciones transmitidas por medio de fómites se denominaban intrahospitalarias. En el contexto de la salud pública y privada, un ejemplo que por lo general se asocia con el fómite es el estetoscopio. Tampoco podemos dejar de mencionar los catéteres, los tubos intravenosos y el resto de los equipos de soporte vital, que pueden transportar patógenos si éstos se adhieren a su superficie formando películas. La esterilización consciente es la medida fundamental para impedir los contagios.
Los seres humanos solemos recordar la importancia de la limpieza y las medidas de prevención cuando nos azota una pandemia, como ocurrió en el año 2020 con el coronavirus. Por diferentes motivos, vivimos expuestos a diversos agentes patógenos, que pueden causar efectos negativos de variada intensidad en nuestro organismo. Si bien algunos no superan la gravedad de un resfrío, otros pueden afectarnos de forma irreversible o incluso causarnos la muerte. Protegernos de todo esto es responsabilidad de los adultos de cada grupo familiar.
Así como las sábanas, ciertas prendas de ropa también pueden actuar como fómites. Por este motivo nunca deberíamos temer protegernos de potenciales infecciones, incluso cuando para ello debamos lavar las cosas que compartimos con otras personas, en especial aquéllas que no viven con nosotros o que han pasado demasiado tiempo fuera de nuestra casa. No se trata de un signo de rechazo, sino de amor propio.
Entorno y propiedades físicas
Es importante tener en cuenta que los fómites dependen del ambiente. No pueden contaminarse o “contagiarse” si no están en el mismo lugar y en contacto con el patógeno. Una vez que actúa como fómite, el objeto puede pasar el agente infeccioso a un huésped susceptible (una persona, un animal, etc.).
El estetoscopio es un fómite, ya que entra en contacto directo con el paciente.
Muchas veces la capacidad de transmisión depende de la superficie del elemento. De acuerdo a investigaciones, por lo general los fómites tienen una superficie lisa o pulida ya que, cuando son porosos, los microorganismos son absorbidos.
Por lo tanto, los productos de goma, cristal o metal, entre otros materiales, dan lugar a la transmisión de virus y bacterias con mayor facilidad que el papel o la fibra porosa, ya que mantienen estos agentes infecciosos en su superficie, y basta con un mero roce para que pasen al organismo de una persona.
