El vocablo latino fruitio llegó al castellano como fruición. El término refiere al placer o al deleite.
Aquello que se hace con fruición, por lo tanto, se realiza con regodeo o goce. Por ejemplo: “La muchacha devoró el chocolate con fruición”, “No entiendo a la gente que lee con fruición las revistas dedicadas a los escándalos de la farándula”, “El aniversario de la independencia se celebrará con fruición en todo el territorio nacional”.
La idea de fruición puede emplearse de distintas maneras. En ocasiones se vincula a una satisfacción física, procedente de los sentidos. Quien bebe un licuado de banana (plátano) con fruición, por mencionar un caso, disfruta las sensaciones que le genera esa acción y la ingesta de ese líquido.
En otros casos, la fruición es una dicha o complacencia que se genera a partir del cumplimiento de un objetivo o de una meta alcanzada. Incluso la fruición puede asociarse a la pasión o al ardor. Por eso puede afirmarse que un partido ecologista impulsó con fruición un proyecto de ley para fomentar el reciclaje en una ciudad.
La atribución de fruición a un acto, por otra parte, puede constituirse como una crítica o una denuncia. Si un periodista, al presentar una noticia, indica que un joven mostró fruición al golpear a otro muchacho en medio de un altercado en un estadio de fútbol, estará haciendo hincapié en que el agresor pareció regocijarse con el ataque que perpetró.
En este caso vemos que el joven sintió un placer derivado de sus acciones, por lo cual entendemos que se puede llegar a una misma sensación por medio de dos caminos muy diferentes. No podemos comparar este acto de violencia con un proyecto que pretende promover el reciclaje; sin embargo, ambos sujetos alcanzan la fruición cuando se acercan a sus objetivos.
Como se menciona en un párrafo anterior, uno de los sinónimos de este término es goce, que se define como «la acción y el efecto de gozar». Sin embargo, también existe gozo, que puede funcionar como sinónimo pero posee un significado algo diferente y bastante más amplio, a pesar de su parecido desde le punto de su escritura. La primera acepción que nos ofrece el diccionario de la Real Academia Española habla de «la complacencia en poseer, recordar o esperar cosas o bienes que nos apetecen».
El gozo también puede entenderse como «la alegría de nuestro ánimo» o «la llama fugaz que se levanta de la leña seca y de escaso tamaño cuando se la enciende». Todo esto nos lleva a pensar en la conexión que establecemos entre el placer y el fuego, muy común incluso en el habla cotidiana para hablar de cualquier actividad que nos apasione, desde una vocación artística hasta las relaciones sexuales.
Apoyándonos en la definición de gozo, y considerándolo un sinónimo de fruición tal como nos indican varios diccionarios populares, podemos inferir que la fruición no es muy duradera, sino más bien espontánea y de corta duración. Es un placer que aparece tras la consecución de una meta bien definida, que es muy intenso pero que se mantiene hasta que finaliza la acción.
“Doña Tomasa, con fruición, va y alquila su mansión”, por último, es el título de una historieta desarrollada por el caricaturista español Escobar. Se publicó entre 1959 y 1963 en la revista El DDT.
La historieta se presentó como una parodia del realquiler, el acto ilegal que realiza un inquilino cuando cede en alquiler una propiedad que él mismo está alquilando. En la serie de Doña Tomasa, este fenómeno tenía lugar de forma exagerada, al punto de que en una misma casa se podían dar varios casos «jerárquicos» de realquiler.