El vocablo latino funĕbris llegó a nuestra lengua como fúnebre. Se trata de un adjetivo que se utiliza para aludir a aquello vinculado a los muertos.
Un coche fúnebre es un vehículo que tiene como función principal el traslado de los cuerpos sin vida al cementerio. Se trata de un automóvil con chasis alargado en cuya parte trasera se deposita el féretro (el cajón que contiene el cadáver). El coche fúnebre además tiene capacidad para trasladar los arreglos florales que suelen colocarse al lado del muerto a modo de homenaje. Junto al conductor, por otra parte, pueden viajar uno o dos acompañantes.
Lo habitual es que el coche fúnebre transporte el féretro desde la casa velatoria (o el lugar donde se desarrolla la ceremonia de despedida) hasta la necrópolis donde se producirá la incineración o el entierro. En ocasiones, el coche fúnebre es seguido por otros vehículos que lo escoltan, formando un cortejo.
Un cortejo fúnebre, de hecho, es una procesión que se lleva a cabo como acompañamiento del fallecido. Mientras que el féretro va en el coche fúnebre, sus familiares y seres queridos lo siguen en otros vehículos. Los cortejos fúnebres son especialmente grandes cuando el muerto es una figura pública.
Al arreglo floral utilizado en este tipo de ceremonias se lo llama corona fúnebre. Estas ofrendas de forma circular suelen presentar un cartel o inscripción con el nombre del homenajeado.
Una marcha fúnebre, en tanto, es una composición musical que se crea para acompañar el avance del cortejo fúnebre. Las marchas fúnebres también pueden sonar en el funeral o en el entierro.
Se conoce con el nombre de monumento fúnebre o funerario, por otra parte, a aquél que se erige en memoria de una persona fallecida, como parte de su conmemoración. Dependiendo de su tamaño y de que posea o no un espacio en su interior es posible considerarlo arquitectura funeraria. En este contexto es necesario mencionar el término mausoleo, el cual en sí mismo sirve para denotar un monumento fúnebre muy ostentoso pero también hace referencia al que se construyó en memoria del rey de Caria, Mausolo. Este mausoleo es una de las denominadas Siete Maravillas del Mundo.
Un monumento fúnebre puede contener el cuerpo del difunto, y en tal caso es también una sepultura o tumba; su ubicación suele coincidir con el sitio en el cual haya sido inhumado, pero ésta no es una condición ya que muchas veces se construye en un lugar remoto al que se traslada el cadáver o una parte del mismo, dependiendo de la forma de la muerte y de su antigüedad.
Cuando un monumento fúnebre tiene en su interior más de una tumba se habla de panteón aunque este concepto no debe confundirse con el de tumba colectiva, que denota otra clase de enterramiento o pertenece a contextos históricos y culturales diferentes. Si el cadáver no se encuentra en el monumento pero éste tiene aspecto de tumba entonces se denomina cenotafio. Si se trata únicamente de una construcción para recordar a la persona pero no hace referencia a su sepulcro, su nombre más indicado es monumento conmemorativo.
Además de esta acepción que relaciona el término fúnebre con los difuntos, también podemos utilizarlo para hacer referencia a un hecho sombrío o que causa una profunda tristeza. En este caso se trata de un adjetivo que no suele formar parte de las conversaciones informales propias del habla cotidiana sino que se reserva principalmente para textos de naturaleza literaria o periodística. Por ejemplo, si decimos «la fúnebre advertencia» podemos expresar tanto el anuncio de una muerte como cualquiera que anticipe un suceso terrible.