El geocentrismo es una antigua teoría de la astronomía que sostenía que el planeta Tierra era el centro del universo. El matemático y astrónomo griego Claudio Ptolomeo fue su principal impulsor en el siglo II.
De acuerdo con los fundamentos del geocentrismo, el sol y el resto de los astros giran alrededor de la Tierra. Esta fue la teoría astronómica más aceptada hasta el siglo XVI, cuando el heliocentrismo (que ubica al sol en el centro) comenzó a imponerse gracias a los aportes de Nicolás Copérnico. Hoy en día, la ciencia ha demostrado que, efectivamente, la Tierra gira alrededor del sol, aunque aún hay personas que creen en el geocentrismo.
El geocentrismo a lo largo de la historia
La teoría del geocentrismo se hizo presente en muchas civilizaciiones de la antigüedad. Uno de los ejemplos más destacados se dio en Babilonia, una ciudad antigua ubicada en la Mesopotamia inferior (zona que también se conoce con el nombre de Baja Mesopotamia), ubicada entre el propio asentamiento de la ciudad y la desembocadura del Tigris y el Éufrates, dos importantes ríos. La visión geocentrista del universo que predominaba en Babilonia se completó en el siglo II con el trabajo de Claudio Ptolomeo.
Varios siglos antes de Cristo, pensadores como Anaximandro ya postulaban la teoría geocéntrica; en este caso, definiendo el planeta como un cilindro que flotaba en el centro del universo. Por aquella época, otros filósofos consideraban que la Tierra era una esfera, pero no situada en el centro. La combinación de ambas posturas derivó en el desarrollo del geocentrismo.
Esto significa que ya en la filosofía y la astronomía de la Antigua Grecia el geocentrismo tenía una amplia aceptación. En este marco debemos hablar de la filosofía presocrática, es decir del período que comenzó con el nacimiento mismo de la filosofía griega y concluyó con las manifestaciones que hayan recibido la influencia del pensamiento de Sócrates. A lo largo de aquella época, para complementar la idea de la Tierra en forma de cilindro se creía que los demás planetas, la Luna y el Sol eran huecos en ruedas imperceptibles por la vista, que rodeaban nuestro planeta, y que a través de ellos las personas podían ver las llamas de un fuego oculto.
Los aportes de Pitágoras, Platón, Aristóteles y Ptolomeo
La visión de la Tierra como una esfera pertenecía a los seguidores del movimiento filosófico y religioso creado por Pitágoras de Samos, quienes se identifican con el nombre de pitagóricos. Según ellos, nuestro planeta no estaba en el centro del universo, pero se movía en torno a un fuego invisible. Como se menciona más arriba, llegó un momento de la historia en la cual estas dos ideas se fusionaron.
Platón y Aristóteles, uno de sus discípulos, entre otros pensadores, difundieron el geocentrismo en el siglo IV antes de Cristo, tanto de forma oral como escrita. Ptolomeo continuó su trabajo de investigación con su obra titulada «El Almagesto», y realizó diversas correcciones, logrando que su modelo fuera aceptado por la mayoría de los astrónomos. Por eso empezó a asociarse el modelo ptolemaico con el modelo geocéntrico en general.
En «El Almagesto», cuyo nombre original está en árabe y se traduce como «composición matemática», encontramos el catálogo de estrellas más amplio de la antigüedad. Lo usaron los árabes y más tarde los europeos hasta el Medioevo, ya que contiene un volumen de información considerable, incluyendo el movimiento relativo de los planetas y las estrellas, además de la descripción del sistema geocéntrico.
Actualidad del geocentrismo
Más allá de lo indicado por la ciencia actual, el geocentrismo se mantiene en determinados ámbitos. Para la creación de planetarios o el estudio de astros que se hallan afuera del sistema solar, el geocentrismo sigue siendo válido ya que simplifica el trabajo.
Algunos fanáticos religiosos, por otra parte, realizan una interpretación literal de los libros sagrados y todavía ubican la Tierra en el centro del universo.