El vocablo latino hilarĭtas llegó a nuestra lengua como hilaridad. Así se denomina a la manifestación sosegada y serena de alegría que revela un estado de satisfacción.
TemasRisa, diversión
El concepto también puede aludir a la risa que surge al oír o ver algo que causa gracia. La hilaridad, en este marco, se asocia a la diversión.
Encontramos hilaridad en situaciones muy divertidas o graciosas.
Muchas veces se habla de hilaridad con referencia al efecto gracioso o risible que provoca algo. El término además puede hacer mención a una situación o a una actitud.
Por ejemplo: «Pensé que mi padre iba a enfadarse al enterarse de la novedad, pero se tomó las cosas con hilaridad», «El diputado, que suele mostrarse con gesto adusto, sorprendió con un repentino ataque de hilaridad en medio de la rueda de prensa», «Las palabras del niño generaron hilaridad y ternura en los mayores».
En el primer ejemplo vemos que la hilaridad surge de forma inesperada, para beneficio del emisor, quien en cambio esperaba una reacción negativa por parte de su padre. La segunda oración nos habla de un diputado que suele mostrarse con mucha seriedad en público, pero que un día decide cambiar su imagen por una amigable y graciosa, para sorpresa de su público. Finalmente, los niños suelen hacer reír a los adultos con su inevitable inocencia, que los lleva a decir cosas que tan sólo unos años más tarde jamás dirían.
Comedias
La hilaridad es un componente central de las comedias. Hay películas y obras de teatro que se plantean como principal objetivo divertir al público, con lo cual presentan en la trama escenas hilarantes.
En el género de la comedia, que al día de hoy puede presentarse en un gran número de formas, cada una con sus particularidades, una de las mayores dificultades que deben enfrentar los escritores y guionistas es la diversidad de su público, tanto la cultural como la etaria, sin dejar de lado las diferencias de gustos. ¿Qué nos hace reír? Esta pregunta tiene un sinfín de respuestas; incluso para una misma persona a lo largo de su vida puede variar.
Hay quienes encuentran hilaridad en un tropezón, mientras que otros prefieren las conversaciones absurdas, los momentos incómodos, etcétera. Si bien algunas personas pueden disfrutar de todos estos recursos, por lo general tendemos especialmente a preferir uno de ellos. De hecho, que una persona afirme adorar la comedia no significa que cualquier obra del género le resulte graciosa. De ahí la dificultad antes mencionada, una que no tiene el drama: el fallecimiento de un ser querido hace llorar a un número de espectadores mucho mayor del que cualquier situación hilarante puede hacer reír.
Con su inocencia, los niños suelen causar hilaridad y ternura.
Hilaridad involuntaria
En otros casos, la hilaridad es involuntaria y puede revelar una falencia o un error. Supongamos que el presidente de un país brinda un discurso donde analiza el contexto político y económico de la nación y anuncia diversas medidas para fomentar el crecimiento. Sin embargo, pese a la formalidad de las palabras y la relevancia de lo dicho, quienes lo escuchan comienzan a reírse al considerar que se trata de propuestas absurdas e incoherentes. Como se puede advertir, esa hilaridad nunca fue buscada por el mandatario.
Esto puede ocurrir por diversos motivos, siendo uno de ellos el expuesto en el ejemplo anterior: que el mensaje no sea coherente, que sus interlocutores no lo reciban con el respeto que espera el emisor. Por otra parte, la razón de que surja la risa frente a un discurso intencionalmente serio puede deberse a un dato que solamente posea la parte que lo escucha: si el emisor habla de algo que su receptor sabe no es cierto o no puede ocurrir, es probable que se ría ante sus palabras.
