El concepto de himno, que procede del latín hymnus (a su vez derivado del griego hýmnos), tiene varios usos. Puede tratarse de una obra poética dedicada a alabar a determinados héroes o divinidades.
Estas composiciones también pueden servir para glorificar a un individuo o para festejar un determinado acontecimiento, como una victoria militar. Además permite expresar felicidad o dicha.
El «Himno a Atón» es uno de los himnos más antiguos que se conocen. Fue compuesto varios siglos antes de Cristo en honor a Atón, una deidad egipcia. En la cultura occidental, se cree que los «Himnos homéricos», atribuidos a Homero, se encuentran entre los más antiguos.
El himno nacional
El uso más habitual de la noción de himno en la actualidad refiere a una canción que identifica a un país, una nación o una colectividad. Se trata de una composición musical que se emplea como representación de la comunidad en cuestión.
Los himnos nacionales exaltan el sentimiento patriótico y promueven la unión de los habitantes. Pueden ser composiciones hechas específicamente con este fin u obras que fueron adoptadas como himnos oficiales con el paso del tiempo.
Algunos ejemplos
«God Save The Queen» («Dios salve a la reina») está entre los himnos nacionales más famosos del mundo. Fue adoptado en 1745 como himno del Reino Unido.
«La Marseillaise» («La Marsellesa») es otro himno nacional muy conocido. Esta composición de Claude Joseph Rouget de Lisle que representa a Francia fue oficializada en 1795, aunque sufrió varias prohibiciones a lo largo de la historia.
Cabe destacar que hay himnos nacionales que fueron creados por autores reconocidos. Ese es el caso de «Amar Sonar Bangla» («Mi Bengala dorada»), el himno nacional de Bangladés que escribió y compuso el poeta y músico Rabindranath Tagore, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1913.
Los himnos en la religión
Ya desde el origen de la Era cristiana, es decir desde el nacimiento de Jesús de Nazaret, comenzaron a aparecer los salmos y los himnos con música en el marco de las ceremonias religiosas. Esta costumbre de cantar dichas composiciones, que en el caso de los himnos se conoce como himnodia, fue impulsada por San Ambrosio, uno de los creadores más prolíficos de este tipo de melodías.
El carácter de estos himnos y salmos cantados en las celebraciones religiosas era muy enérgico a la vez que sublime y colmado de devoción. Con el tiempo, muchas personas continuaron agregando música a las obras religiosas y creando himnos, hasta que este formato se incluyó oficialmente entre los elementos fundamentales de los oficios divinos. Uno de los nombres más destacados en este sentido fue San Benito, quien a su vez impulsó un movimiento monástico.
Autores de cantos religiosos
Algunos de los himnos de la religión cristiana más sublimes de la historia se adjudican a los papas San Gregorio, Clemente VII e Inocencio III. Este último, por ejemplo, es el autor del Stabat Mater, destacado entre el gran número de himnos que utiliza la Iglesia católica, y también del Veni Sancte Spiritus. Por otro lado tenemos a Tomás Celano, que nos legó el Dies irae, y a San Bernardo, de cuyo trabajo creativo surgió el Ave maris stella.
Muchos coinciden en que los himnos más augustos, sublimes y majestuosos de todos son los que se le atribuyen a Santo Tomás de Aquino para la festividad del Corpus y el Santísimo sacramento, como ser el Pange lingua. Con respecto a la música en sí, es importante señalar que los primeros himnos contaban con una composición exclusivamente melódica, mientras que más tarde apareció el canto llano (una sola línea melódica, incluso sin música que la acompañe) y recién en el siglo XIII surgieron las primeras obras polifónicas. Entre estas últimas, destaca el Hymni totius anni, de Giovanni Pierluigi da Palestrina.