Un incendio forestal es uno de los desastres que más destrucción provoca en la naturaleza. Se apela a dicha expresión para dar cuenta de una realidad peligrosa y perjudicial que surge cuando se prenden fuego bosques, pastizales o llanuras. En ese contexto, las llamas se propagan rápidamente y de manera descontrolada, destruyendo suelos, afectando la calidad del aire y generando consecuencias lamentables para la flora y la fauna silvestre.
Esta problemática puede desencadenarse y agudizarse por algún factor climático o evento natural. La sequía (fenómeno caracterizado por la ausencia o escasez de lluvia), combinada con marcas térmicas elevadas, incrementa las chances de desarrollo de un incendio. Los rayos que caen durante una tormenta eléctrica y la actividad volcánica son otras causas naturales asociadas al inicio de un fuego no planificado ni controlado que arruina terrenos, arrasa con los ecosistemas y, en definitiva, provoca un daño ambiental irreparable.
Sin embargo, el mayor número de los incendios forestales es consecuencia de la acción (o inacción) humana. La negligencia de un individuo (o de más de uno), así como la maldad y el afán de lucro del hombre, también se traducen en incendios (intencionales o no, los cuales pueden ser premeditados o surgir por un accidente o descuido). Los sujetos que padecen un trastorno conocido como piromanía que los impulsa a incendiar un territorio o elemento por placer, por su parte, son otros causantes de las catástrofes vinculadas al fuego.
Consecuencias de un incendio forestal
Independientemente de cómo y dónde se haya iniciado el fuego, todo incendio forestal tiene consecuencias negativas, algunas más graves que otras.
Entre los efectos más comunes aparecen la degradación o erosión del suelo afectado, la contaminación del aire a raíz del humo y la pérdida de hábitats. Cabe resaltar que, además de poder provocar la muerte de numerosos seres vivos, los incendios influyen en la biodiversidad de la región calcinada al devastar ecosistemas y obligar a los ejemplares sobrevivientes a desplazarse en busca de alimento y/o de un sitio óptimo y seguro para afincarse.
No se puede pasar por alto tampoco que, al quemarse tantos árboles de manera simultánea, se acentúa el cambio climático debido a que aumenta el porcentaje de emisiones de gases de efecto invernadero y desciende significativamente la cantidad de árboles que, hasta entonces, se encargaba de absorber dióxido de carbono.
Claro que, asimismo, los incendios forestales afectan a la economía, a la salud pública y a la sociedad en su conjunto porque el fuego devora cultivos, estropea tierras agrícolas y ocasiona importantes pérdidas materiales (de maquinaria, estructuras, viviendas, mobiliario, etc); agrava patologías respiratorias y cardíacas crónicas, irrita la garganta, quema, lesiona diferentes partes del cuerpo y afecta al cerebro; destruye atractivos turísticos y desalienta los viajes y paseos vinculados a la zona quemada.
Prevención y mitigación
Chicos, jóvenes y adultos tienen que estar informados en cuanto a la prevención de incendios. Cada Estado tiene que desplegar estrategias, a través de campañas de concientización pública, educación, políticas ambientales y proyectos de planificación urbana, para minimizar las posibilidades de surgimiento y propagación de fuegos incontrolables.
Se debe crear conciencia colectiva para no hacer fogatas en áreas arboladas (o, de hacerlas en un sector habilitado, apagarlas de manera adecuada y remover las cenizas para garantizar que no haya quedado nada encendido) y no dejar en la vía pública ni en caminos boscosos residuos que puedan estimular un incendio (colillas de cigarrillo o fósforos no apagados correctamente, fragmentos de vidrio o botellas expuestos al sol, envases inflamables expuestos a una fuente de calor, etc).
Tanto en los establecimientos educativos como en los hogares, asimismo, hay que ocuparse de la educación sobre incendios con el objetivo de transmitir e inculcar, desde edad temprana, el respeto por el medioambiente y enseñar cómo se debe actuar en caso de observar o sufrir un incendio. Es vital instruir a toda la población en cuanto al equipamiento adecuado (y el uso correcto de los dispositivos de emergencia) para extinguir las llamas y a tener presente el número de contacto para solicitar la asistencia urgente de personal bombero.
Brigadistas de incendios forestales
Cada 4 de mayo se le rinde tributo a quienes combaten las llamas en territorios boscosos a través del Día del Bombero Forestal. Los brigadistas de incendios forestales y rurales se capacitan, tanto desde la teoría como en la práctica, sobre gestión del fuego y manejo de emergencias en zonas de vegetación. Además, reciben entrenamiento físico y se preparan de manera integral para brindar apoyo y asistencia en situaciones de emergencia, ofrecen charlas de concientización social, vigilan terrenos agrestes y conforman equipos de rescate para la evacuación y las tareas de búsqueda en contextos críticos o de peligro.
Para entrar en acción en tierra, los bomberos forestales cuentan con indumentaria, calzado y elementos de protección especial, además de tener a disposición equipamiento y herramientas destinadas a cortes y sofocación como hachas, motosierras y palas, entre otras.
Desde el aire, por otra parte, la lucha contra el fuego se libra con la utilización de hidroaviones y helicópteros bomberos o apagafuegos.