El adjetivo inmaculado deriva del vocablo latino immaculātus. Así se califica a aquel o aquello que no presenta ninguna mancha.
Lo inmaculado, por lo tanto, está limpio, es intachable o resulta puro. Por ejemplo: “Luciendo un vestido blanco inmaculado, la modelo fue la estrella de la noche”, “No hay ningún político inmaculado”, “El boxeador volvió a ganar y mantuvo su récord inmaculado”.
La idea de inmaculado suele aparecer en el terreno del deporte para aludir a un atleta o un equipo que no registra derrotas. Supongamos que, en una competencia, un club de fútbol consiguió once triunfos en la misma cantidad de partidos. Puede decirse que el conjunto lleva, hasta el momento, un torneo inmaculado.
Lo que no presenta ningún defecto también se denomina inmaculado. El césped inmaculado de un jardín, por citar un caso, cubre el terreno a la perfección, no evidencia la presencia de malezas y está cortado con prolijidad. La noción incluso se usa de forma simbólica: un profesional puede tener una trayectoria inmaculada si no se le conocen traspiés, errores ni problemas.
En los párrafos anteriores hemos visto que el adjetivo inmaculado tiene dos usos fundamentales: por un lado nos permite destacar el buen estado de un sitio o de un objeto, que ante la vista suele parecer «perfecto»; por otro, podemos usarlo de forma simbólica para hablar de una trayectoria intachable o de una reputación sin nada negativo que señalar.
Sin embargo, existe una diferencia entre ambos casos que se explica a través de la subjetividad: mientras que una habitación aparentemente inmaculada probablemente no tenga ningún rincón extremadamente sucio que no podamos notar, la carrera de una persona profesional puede presentarse como inmaculada o intachable pero esconder uno o más sucesos lamentables que sólo conozcan unos pocos.
En el primer caso, nuestros sentidos nos permiten acertar con un margen de error bastante pequeño: si determinamos que un cuarto se encuentra en perfecto estado de higiene no es posible que haya una pila de residuos en estado de descomposición que hayamos pasado por alto; sin embargo, sí podemos estar compartiendo un almuerzo con alguien a quien consideramos un ejemplo de moral sin saber que se trata de un violador.
En el terreno de la religión, lo inmaculado se asocia a la ausencia de pecado. Escrito con mayúscula inicial y en femenino, el término se utiliza para nombrar a la Virgen María: la Inmaculada.
Existe incluso una devoción mariana en el catolicismo conocida como el Inmaculado Corazón de María, que se basa en la veneración del corazón de la madre de Jesús (la Santísima Virgen María). En el Calendario Romano General, el Inmaculado Corazón de María es celebrado cada 22 de agosto.
A través de las revelaciones que la beata Alejandrina de Balazar y de las apariciones de la Virgen de Fátima, esta devoción conocida como el Inmaculado Corazón de María alcanzó un puesto de gran popularidad entre los católicos. Otra de las personas que realizó un importante aporte a este concepto fue San Juan Eudes, un misionero francés a quien también se le reconoce la fundación de la Congregación de Jesús y María.
Fátima fue un lugar clave para la devoción de la Virgen María: allí se apareció en numerosas ocasiones, seis de las cuales tuvieron lugar en la Cova da Iria y fueron descritas por tres pastores portugueses, quienes le relataron lo sucedido a Lucía de Jesús Rosa dos Santos, una monja del Orden de las Carmelitas Descalzas conocida por sus visiones. Lucía recibió una visita especial de la Virgen en el año 1925, cuando le prometió asistencia en sus últimos momentos de vida a todos aquellos que se confesaran, comulgaran y rezasen un tercio del Rosario cada primer sábado de un periodo de cinco meses consecutivos.